por: Alexis Ponce
Ola Bini fue declarado inocente en este día (31 de enero de 2023), por fin. «Otra infamia que en el tiempo no se pudo sostener» escribe una sensible y luchadora amiga. Excelente noticia: por fin deben estar muy contentos los abatidos y desesperados padres de este muchacho.
Juicio internacional al Estado ecuatoriano es, o debería ser, el inexorable siguiente paso, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por reparación integral a la víctima y ojalá que con responsabilidad penal y pecuniaria (porque eso es lo único que les duele) a L. Boltaire Moreno, a María Paula Romo, al asesor presidencial Julio Bueno, y a un montón de autoridades, funcionarios y pesquisas del corrupto gobierno anterior, del aparato fiscal y judicial de esa época y a varias autoridades del Ejecutivo actual y la fiscalía general. Espero que muy en breve no duerman tranquilos debido a la colosal infamia cometida, al haber encarcelado, denigrado y enmierdado a este inocente, para que la sanguinaria y torpe opinión pública pegue el alarido: «¡Crucifíquenlo!»
Hoy en que se ha resuelto su libertad, es evidente que esa orden judicial de libertad, tardía pero concretada, significa que el máximo poder del Estado sabe que se le puede venir ya un juicio internacional. Que puede durar mucho tiempo deben estar analizando, pero que al final tendrá sentencia condenatoria («pero para entonces ya no estaremos en el gobierno; les tocará a otros la sentencia»: así siempre piensan con cinismo los poderosos de turno en el poder).
Esta vez convoco a una tarea colectiva: debemos evitar que al inicio y al final del túnel, las autoridades actuales y futuras del Estado y su Procuraduría, acepten «pagar» indemnización, como ordena siempre la Corte Interamericana, pero que quieran hacerlo con nuestra plata: la de los contribuyentes al Estado. No señores: esta vez paguen ustedes con sus propiedades, cuentas bancarias y patrimonios. Esa es la tarea desde hoy para que les duela el bolsillo a esta bíblica raza de víboras. La sentencia condenatoria obvia que se les viene, por el sufrimiento ocasionado a este joven que fue víctima y chivo expiatorio de paranoicas, paranoicos y sinvergüenzas de Carondelet, del Ministerio de Gobierno, de la Fiscalía y las Judicaturas, deben pagarla ellos también.
Hoy por fin hay alivio en la casa de sus padres allá tan lejos: en la Suecia nórdica, país que un día conocí y me recibió con tanto cariño y respeto.
La Comisión Legislativa de DH debe pronunciarse al respecto de este proceso y consecuencias más que necesarias. No puede quedarse enmudecida.
Recuerdo a ciertos medios difundiendo con saña y celebrando la paranoia canalla de esa época en que se le inventó de todo a este chico, para acusar hasta al Correa, a Assange y a la generosa militancia del software libre.
Recuerdo ver y oír a mi hermano argentino-boliviano Juan Cristóbal López (+), genio del software libre, amigo de este chico, y muerto de un cáncer durante la etapa crítica de la pandemia en Ecuador, indignarse por la vileza y la falsedad fabricada por el poder y los mass media.
El programador sueco Ola Bini, su abogado defensor, su digna madre y su querido padre, con el apoyo de las organizaciones de DH del continente, hoy tienen la posibilidad de un juicio internacional al Estado y a todos esos gavilleros -y gavilleras-.
Recuerdo a ciertos medios y a los inefables invitados de esos mismos medios: el «pesquisa de la cola de puerco» como lo dibuja mi Vilmatraca, y el tristemente célebre Crnel. Pazmiño, ex SIC-10, denigrar y falsear con típicas operaciones mediáticas, para justificar la detención y prisión infamante. Ojalá un día pudieran ser igualmente procesados en esos juicios internacionales por difundir falacias fabricadas contra inocentes.
Lo mismo ocurrirá con los hijos e hijas de Mayo y guevaristas presos, tarde o temprano. El Sr. Lasso, su canciller y su procurador, deben informarse urgente de lo que a futuro puede sucederles igual en cortes internacionales si no liberan a esos otros chivos expiatorios de una operación de bandera falsa como la padecida por «los 4 de Guildford» en el Reino Unido (vean el film laureado «En el nombre del padre» y decidan su libertad antes de que sea demasiado tarde… para ustedes).
Ola Bini es el retrato del Ecuador corrompido y paranoico en sus alturas «y sus bajuras». Pero también simboliza la digna terquedad de pocos: su abogado que nunca lo dejó, la gente que no calló… entre ellos un hermano mío de la vieja y extinta APDH, hoy migrante en Inglaterra, que va a emocionarse mucho con esta noticia de libertad.
Vuela libre, muchacho, al encuentro de tus queridos padres que tanto lucharon y lloraron por ti.
(*) defensor de derechos
Noche del 31 de enero de 2023.