Quito, 15 jun (La Calle).- El contralor subrogante general del Estado, Pablo Celi no llevaba dinero en sus bolsillos al momento del registro de su domicilio por parte de la Policía Nacional, así lo denuncia su abogado Marcelo Ron en el noticiero La Ventana, quien dijo «que todo fue una manipulación de la información del personal que participó en ese allanamiento».
“Existió manipulación de la información por parte de las personas que asistieron al allanamiento. A Pablo Celi no le encontraron absolutamente nada. Hay un parte policial de la incautación de sus cosas en el allanamiento y no existe un solo dólar en la casa de Pablo Celi y esa chaqueta no es de su propiedad”, indicó el jurista para Radio La Calle.
“Considero que este es un tema interno. A todo el mundo le hicieron pensar que Diana Salazar, fiscal general de la Nación, estuvo en el allanamiento en casa de mi defendido y no fue así. Tampoco existió dinero en la chaqueta de mi defendido. El parte policial lo prueba”, añadió.
Más tiempo en el cargo
El contralor subrogante está hospitalizado en el Eugenio Espejo de Quito y no mantiene comunicación con nadie aparte del personal de salud que lo atiende. De acuerdo al abogado, Celi mantendrá su cargo alrededor de cinco meses por baja médica y vacaciones.
“Los plazos son los que marca la ley. En este momento cuenta con baja médica por la COVID-19. Los 60 días sin sueldo terminaron el fin de semana. Ahora corre el plazo de la licencia médica que puede alargarse hasta los 90 días. Además, el contralor tiene 60 días de vacaciones de las que podría hacer uso”, explicó Ron.
El 14 de junio, la fiscal Diana Salazar denunció en su Twitter que un grupo de personas, algunos “ciudadanos ilustres”, protegen y defienden al contralor subrogante.
El presidente Guillermo Lasso preguntó si algún miembro de su gobierno constaba en esa lista. Aunque no dijo nombres, Salazar confirmó que no existía ningún miembro del Gobierno actual.
Sobre el tema, la hija de Celi se pronunció en Twitter. ““Mal le hace a la majestad de tan alta y delicada función el afán de lanzar acusaciones temerarias, sin individualizar destinatarios, más bien parecen advertencias amenazadoras que reflexiones propias de persecutor penal.”