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Navidad: El nacimiento de la fe y la reflexión | Opinión

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Quito, 24 dic (La Calle).- Estas fiestas son un momento de reflexión. De saber que lo más importante no son los regalos que hemos comprado sino las personas con las que lo compartimos. Que tal vez hoy falta más gente en nuestra mesa, algunos están lejos, otros han partido, pero su presencia vive en nuestro corazón.

Nochebuena y Navidad es una muestra de fe, característica exclusiva de los seres humanos. No importa en que Dios o dioses creas, la fe nos renueva, nos entrega la posibilidad de creer en momentos donde el mundo se ha vuelto incrédulo. Para el mundo cristiano, esa fe se ve reflejada en el nacimiento de un hombre no convencional. Jesús pudo no haber nacido en Belén, como sugieren algunos historiadores, tal vez ni siquiera en el pesebre como afirman las escrituras, pero para nosotros siempre será de esa forma. Un niño que se convirtió en la promesa de salvación, cuyo padre envío a través del espíritu Santo a María, su madre y de cuya crianza se encargó un noble y humilde carpintero, José.

Lo maravilloso de Jesús no es que haya sido un humano extraordinario, que haya revivido muertos, curado leprosos, devuelto la vista a los ciegos. No, lo especial son las enseñanzas que la biblia refleja que dejó. El amor, el perdón, la humildad, la obediencia, el respeto, la amistad y la lealtad. El verdadero milagro es obrar de forma en que estos valores aparezcan.

Últimamente parece que olvidamos aquello. Vivimos en un mundo destruido por las guerras, donde los ejércitos no les importa alzar la mano contra sus hermanos y acabar con su vida, justificándo sus crímenes en la soberanía. Donde las grandes empresas se aprovechan de sus empleados y mantienen hipnotizados a los usuarios. Allí con los políticos perdiendo la cordura y persiguiendo a sus ciudadanos, invisibilizando a los que piensan distinto. Un mundo que se ha olvidado de su fe, que ha ignorado el mensaje de Dios.

Este editorial no pretende ser una lección de moral o de religión. Respetamos las creencias y posiciones de nuestros lectores y detractores, pero si es un llamado para no olvidar la importancia de ser, de estar, de compartir. La hazaña nunca estuvo en lo extraordinario sino en lo cotidiano. Ser mejores hijos, padres, ciudadanos, trabajadores, estudiantes, políticos, representantes religiosos, líderes mundiales, etc.

Poder colocar el mundo en el camino del que se ha alejado no es complicado si volvemos a pensar en nuestros actos y saber que lo podemos hacer mejor. Recordar esta noche buena, en la paz de nuestros hogares a ese niño que nació en Belén y representa una parte importante de nosotros: la fe y el amor.

Feliz Navidad