Quito, 19 dic (La Calle). – El expresidente de la República Sixto Durán Ballén tiene un monumento en su honor en el Centro Histórico de Quito. Entre las calles Chile y Guayaquil para ser exactos. En la plaza de San Agustín.
“Con la escultura que erigimos, Sixto pasa a formar parte de la memoria colectiva de la ciudadanía que tendrá presente el valioso aporte que dio a nuestro país y especialmente a esta ciudad que le rinde justo homenaje y reafirma su reconocimiento como uno de los actores que contribuyó de forma fundamental al desarrollo de la capital”, dijo en su discurso el alcalde Santiago Guarderas.
En el acto de develar la estatua, que fue obra del escultor Howard Taikeff, estuvieron presentes miembros del cabildo quiteño y el gabinete del Gobierno central. El Municipio de Quito conmemora así los 100 años de nacimiento de Durán Ballén.
Durán Ballén se convierte en el tercer expresidente del retorno a la democracia en tener un monumento en su honor. En Guayaquil reposan dos. El monumento de Jaime Roldós Aguilera (1979-1981) y su esposa Martha, fallecidos en un accidente aéreo en Loja. También el busto del expresidente León Febres Cordero (1984-1988) que desató polémica por los delitos de lesa humanidad cometido en su periodo.
Alcalde y presidente
Estudió arquitectura en Estados Unidos y fue nombrado ministro de Obras Públicas en el gobierno de Camilo Ponce Enríquez, cargo desde el que diseñó un ambicioso plan de obras públicas por el que se construyeron numerosas carreteras y se remodeló buena parte de las ya existentes. También puso en marcha la construcción de los aeropuertos de Quito y Guayaquil y los puertos de Guayaquil y Puerto Bolívar, el tendido de la red telefónica y un plan de canalización de agua potable.
Elegido alcalde de Quito en 1970, se ocupó principalmente de la arquitectura de la ciudad, su área de experiencia.
Tras presentar su candidatura por una coalición de partidos conservadores y vencer en las elecciones, fue investido presidente de la república en 1992. Durante su mandato (1992-1996), hubo de responder a la agitación sindical que provocaron sus políticas neoliberales (huelga general de junio de 1994) y al conflicto fronterizo con Perú en 1995.
Plan neoliberal
Durán Ballén comenzó en efecto a gobernar con un programa de carácter claramente neoliberal. Este plan apuntaló el factor económico y desalentó el social, por lo que hubo de hacer frente a numerosos conflictos internos.
En enero de 1993, la anunciada reforma destinada a regular las inversiones extranjeras para abrir el sector público a las privatizaciones suscitó un fuerte rechazo de los sindicatos y los partidos de la oposición. Más tarde, el descontento popular generado por las medidas de austeridad económica cristalizó en una huelga general.
A principios de 1994, las fuertes subidas de los precios de los productos petrolíferos, para cubrir el déficit presupuestario, terminaron en protestas de trabajadores y estudiantes que se enfrentaron violentamente a la policía.
Conflicto con el Perú
En 1995, Sixto Durán enfrentó la Guerra del Alto Cenepa, el último conflicto armada que hemos tenido con Perú. Hubo numerosos enfrentamientos sostenidos en la zona en disputa entre Ecuador y Perú. En marzo se impuso un alto el fuego bajo los auspicios de Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile, los países garantes del Protocolo de Río.
Los Gastos Reservados
La popularidad que ganó con el conflicto se derrumbó rápidamente cuando el Congreso cesó al vicepresidente Alberto Dahik . Estaba acusado de manejos dolosos de los gastos reservados para la «compra» de diputados.
Durán Ballén no pudo privatizar las áreas estratégicas, ya que este último procedimiento fue rechazado mediante plebiscito en noviembre de 1995. En las elecciones de 1996 el pueblo, agobiado por una profunda crisis económica, votó nuevamente por el populismo, representado en esta ocasión por Abdalá Bucaram.