Estoy de acuerdo, Maradona era una muy mala persona, abuso y maltrató a muchos. Estoy de acuerdo, pero el hecho de que un ser así sea idolatrado al punto de permitirle evadir sistemáticamente la justicia y seguir maltratando ¿no nos dirá algo sobre nosotros mismos como sociedad?
¿Cómo le juzgamos a Maradona con tanta facilidad sin juzgarnos a nosotros mismos? ¿Cómo le podemos juzgar, a él, al D10S, sin juzgar a la sociedad que lo endiosa?
De un lado se alinean —muy valientes y dignos— quienes por unos cuantos goles (un par de ellos fabulosos cuando se les mira en el marco de un contexto) son capaces de permitirle y perdonarle todo. También lo ensalzan por haberse reunido con un conjunto de líderes tan autoritarios como mesiánicos, a los que tampoco se animarían a criticarle ni uno solo de sus presos políticos, les basta un tatuaje del Che para decir que el tipo era de izquierda, como si la izquierda fuera una esencia y no una posición. La clásica historia del muchacho pobre que alcanza todas las glorias, un ejemplo de superación que ha conmovido a buena parte de esta sociedad. Como dice mi amigo Xavier Flores Aguirre, deciden voluntariamente “quedarse con los momentos felices”.
En otra vereda están —con toda razón, indignados— quienes son capaces de verle en su dimensión más horrorosa, envileciendo la vida de todos quienes le tuvieron cerca, ebrio de poder, dinero y drogas, acostándose con niñas prostituidas, golpeando a sus parejas, siendo un “mal ejemplo” —dicen— para la sociedad y sus hijos.
¿Acaso es imposible juntar todos esos y otros elementos en un solo análisis? ¿tenemos necesariamente que estar a favor o en contra de este ser humano? ¿no existen otras posibles posiciones o incluso miradas distantes? ¿nos resulta imposible leer el mundo desde la tensión y la contradicción?
Yo, como siempre, feliz estoy con la sola existencia del debate. ¿Sabes? si hay debate hay movimiento, hay deliberación, hay intercambio y eso me alivia; también —lo reconozco— siento un poco de pena por el individuo, pero las razones tal vez no sean las mismas que las de la generalidad, y a continuación intento explicar porqué.
Parto por plantear una primera preocupación: el debate en redes sociales se reduce obsesivamente a una cuestión de gustos, y considero que no hay nada más peligroso que hacer el gusto el máximo argumento, pues incluso la opinión tiene que tener límites y dinámicas consensuadas. La misma idea de libertad como un abstracto puede resultar peligrosa si no se la pondera frente a los derechos de las personas, de los animales, de la naturaleza, etcétera.¡Imagínate el gusto como argumento máximo! aunque sobre este gire buena parte del consumo de la modernidad capitalista.
La vida de un ser humano se presta entonces —la mayoría de veces sin piedad— para una serie de durísimos juzgamientos o en su caso para apasionadas exaltaciones, muchas de ellas ¡demasiadas! basadas en el gusto.
Sin duda muchos de sus actos debieron ser juzgados, literalmente juzgados. De hecho, una de las cosas que más me molestan de este tipo de personajes es que su influencia, su cantidad de seguidores, su poder, su dinero, pero principalmente el dinero que se mueve en torno a ellos, hacen que no enfrenten las responsabilidades de la misma manera que el resto de seres humanos; así, logran, como tantas veces lo hizo Maradona, evadir la justicia y la responsabilidad. Algún día les hablo de otro probado abusador impune de centenas de niños, otro Dios: Michael Jackson.
Aún así me pregunto yo: ¿somos nosotros los que debemos juzgar? ¿tenemos suficientes elementos? ¿está bien juzgar a quien se nos pase por delante? ¿es ese un derecho?
Es tiempo de ofrecerles una tímida mirada mía, ampliando otra brillante que ya había hecho Alfonso Bravo. Según yo, se lo tragó una maquina: la maquina más asquerosa que pueda existir, la FIFA y sus mafias aledañas, le sacaron dólares hasta su última gota de su sangre. Un talentoso pibe de barrio con muy pocos recursos (emocionales, de conocimiento, económicos, etcétera), después de patear ¡muy bien! un “cuero inflado” tiene el mundo a su alcance, “lo bueno y también lo malo”. Este pibe ha sido como todxs nosotrxs criado en un ambiente que considera y trata como objetos a las mujeres, esta posición que es todavía más exaltada en el mundo del fútbol. Este wambrito ha vivido en un mundo donde no importa como lo logres, lo que importa es el éxito, un chamaco que sabe bien que los poderosos pueden hacer lo que les de la puta gana. ¿qué esperábamos de él? ¿qué es lo que estamos juzgando?
Veo todos los días como otras personas tan talentosas como él ¡a mí no me van a pedir que lo endiose! son tragadas por la misma maquina para ser escupidas después como basura y otros tantos que se alejan de la posibilidad de crecer en el marco de otra lógica social de la que somos todxs responsables: la mediocridad, esa mediocridad que no admite la crítica. A Maradona le gustaba molestar, incomodar, provocar, ésto podría ser visto como un mérito, pero como un patético merito que no alcanza a ser consciencia política.
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Voy a hablar ahora sobre la parte dura de ser un defensor de derechos humanos, la parte que no todos respetan. Maradona, así fuera el peor de los asesinos tendría derecho a un juicio justo, derecho a su defensa, derecho a su privacidad, a su integridad ¡es más! ninguna persona puede perder jamás sus derechos humanos, lo que de ninguna manera significa que deba ser desligado (tal como se ha permitido con Maradona-Dios) de sus responsabilidades.
Es muy triste ver como en los sistemas de mercado-Estado-religión como quienes son muy famosos pierden muchos de sus derechos, se los ve desesperados escondiéndose para poder tener algo parecido a una vida privada ¿hasta que punto la vida de un famoso es realmente suya? ¿o son ya solo un producto más de la maquinaria del capital?
Valoren ustedes está subtrama de tragedia relacionada con el ídolo 10, los empleados de la funeraria se toman fotos con el ícono estando en el ataud ¡son las primeras fotos de Maradona muerto! al punto que después de un sin número de amenazas, uno de ellos debe entregarse voluntariamente a la Policía.
Vamos a ver, entonces: hasta el peor de nuestros enemigos debe tener sus derechos garantizados, y nosotros como defensores debemos encargarnos de que los pueda ejercer sin correr riesgos y sin ninguna clase de discriminación. Si por cualquier motivo, con cualquier justificación —aún si es hacia el autor del peor de los crímenes de lesa humanidad— le quitamos la categoría de humano a alguien y le despojamos de su conjunto de derechos, pasamos directamente a sostener una práctica fascista, una lógica fascista así tengamos al Che Guevara tatuado en nuestro brazo (como Marado). }
Todo aquel que pretende ordenar la sociedad en base a castigos ejemplares, en base al miedo a ese castigo esta respaldando al fascismo, por ello no es casualidad que personajes como Baby Torres sean quienes enarbolen esos discursos, ya sabes: porte de armas, pena de muerte, castración química o cadena perpetua.
Insisto ¿Cómo le juzgamos a él con tanta facilidad sin juzgarnos a nosotros mismos? ¿cómo podemos juzgarle a él, al D10S, sin juzgar a la sociedad que lo endiosa?
De mi parte, exijo mantener la cordura, lo que implica no perder la mirada de lo estructural, esas estructuras que le formaron a Maradona para que una vez que tenía todas las oportunidades del mundo haya elegido las que eligió —para muchos las peores—. Los sistemas que nos formaron a todxs nosotrxs para valorar porquerías como la FIFA o el Chavo del 8, para creerles a los ladrones que nos gobiernan y demás. Esas estructuras en las que se sostiene la proverbial misoginia del D10S y de la que todos somos parte y por tanto responsables, pues hasta sin querer las reproducimos. Las estructuras del hambre, las tramas de la desigualdad, sin perder la mirada sobre la batalla sobre la hegemonía cultural. En esa tensión entre lo estructural y lo personal podemos encontrar una posición crítica ¡aunque duela la crítica: lo personal es político!
Sabemos lo fuerte que es —en este tiempo como en cualquier otro— enfrentar a los ídolos, pero más rudo todavía es topar las idolatrías, te invito a meterte contra el Fútbol-Negocio o contra de Dios, no ese D10S sino en el de la Biblia y sentirás en tu carne la furia de los fanáticos. Gente que se presenta como progre y se cree libre, defenderá las estructuras que reproducen la violencia hasta niveles que no podrías imaginar. Inténtalo, como me dijo alguien recientemente: ese sí ¡es un deporte de riesgo!
Parte principal de estás estructuras concatenadas es aquella que necesita de la reproducción de ídolos y de héroes. Buscar y construir ejemplos de vida en las estrellas, en los famosos, así sean lo de éste pequeño y aislado pueblo. Les vemos sufrir por un ser lejano como si se tratara de un familiar.
Todos estos actos sustentan un claro esquema de dominación que para ser exactos permite la centralización de la vida, de la economía, de la política. Todo gira en torno a la figura. No es más que el fanatismo promovido por la Iglesia y del que se ha aprovechado con tanto éxito el mercado. Podría apostar (si no fueron los chapas) que muchos de los que quemaron Teleamazonas hace un año, ahora no se pierden ni un solo capítulo de MasterChef.
Defendiendo los gustos de la gente, una amiga me decía “¡no es posible boicotearlo todo!”. Me disculpan pero yo sí quisiera ver buena parte de ese todo caer ardiendo en llamas. Yo al menos trato, y aunque sé que no esta a mi alcance lograrlo de manera total, aunque estoy consciente de que montones de veces me veo siendo parte de los sistemas de consumo, acepto mi implicación, acepto la crítica cuando es bienintencionada, pido disculpas cuando me equivoco y no ataco a quien me lo señala.
Los boicots, las renuncias, no se hacen frente a lo que nos repugna sino que se vuelven honestas cuando renunciamos a lo que nos gusta, a lo que amamos en función de que alguien más pueda ejercer su derecho, o también en función de que una de éstas estructuras pueda caer o debilitarse. Se renuncia finalmente a la comodidad y al status-quo.
Sí, una mierda el man, soy capaz de tirar piedras, tantas piedras. Total, Maradona ya está en la esfera pública, lo puedo atacar sin recibir ninguna retaliación sin que nadie me enfrente a mi propia contradicción, pero al vecino que va al chongo también a acostarse con menores, a ese no le digo nada, ¿para qué me voy a meter en pitos? ¡gol!
Siento pena por ese y otros tantos niños a los que se trago la maquina, siento pena por sus innumerables víctimas ¿puedo yo sentir por todos los afectados en el ciclo de la violencia, por las víctimas y por los victimarios? ¿podemos juntos plantearnos en contra de la violencia como estructura y actuar para reducir los factores que la promueven?