Por: María Isabel Burbano
Quito, 26 feb (La Calle). – Martín Pallares juega a ser psicólogo, a pesar que solo es periodista. Utilizó la plataforma de 4Pelagatos para hacer un diagnóstico basado en la misoginia, haciendo uso del adjetivo «histéricas» para describir la actuación de ocho mujeres asambleístas.
La histeria está ligada históricamente a la mujer y cobra fuerza en la era victoriana. Es la forma de llamar a un conjunto de síntomas que iban desde el insomnio, irritabilidad, espasmos musculares, fuertes dolores de cabeza hasta la «tendencia a causar problemas». La histeria femenina desapareció en los inicios del siglo XX al avanzar los estudios en psicología.
Decir que una mujer es histérica es disminuir su capacidad de actuación en la sociedad. Pallares describe las razones por las que, según él, estas asambleístas han hecho de «la histeria, el bullicio y el griterío su herramienta política». Anulando así los resultados de su trabajo legislativo.
Se ensañó con Jhajaira Urresta, Viviana Veloz, Pamela Aguirre, Marcela Holguín, Mónica Palacios, Paola Cabezas. Todas legisladoras de la Revolución Ciudadana. Aparece también Mireya Pazmiño, asambleísta expulsada de Pachakutik.
«Ha sido tan intensa su actividad, que en los últimos ocho o seis meses han desplazado como figuras de la Asamblea prácticamente todos sus compañeros hombres». Para Pallares es un pecado que las asambleístas ocupen el espectro mediático y de discusión política, aún cuando figuras masculinas como el presidente Virgilio Saquicela, que ejerce de vocero oficial o el asambleísta por el PSC, Esteban Torres también son tremendamente activos en el Legislativo.
¿Es mejor que se mantengan calladas, sumisas, silenciosas?
La realidad es que Pallares defiende los intereses del Gobierno Nacional. Relaciona la «histeria» de las asambleístas con los casos de juicio político al exministro Carrillo, el caso Gran Padrino o Encuentro, el caso María Belén Bernal y el proceso de destitución del presidente Lasso en 2022.
Las legisladoras son histéricas, bulliciosas a juicio del periodista por criticar los vacíos del gobierno nacional y los casos de corrupción en este período. «Han vuelto la política y, en forma sistemática, una actividad bulliciosa y frenética», dice y parece olvidar que el extinto Congreso Nacional, conformado en su mayoría por hombres, también volvió la política una actividad bulliciosa y frenética que iba desde los insultos, amenazas hasta los golpes de puño, cenicerazos e incluso los disparos (recuerden el caso del diputado Arosemena Gomez) ¿Será que esos congresistas también eran histéricos para Pallares?
No es la primera vez que lo hace. En su Twitter también hay insultos a las legisladoras.
El artículo pasará sin pena ni gloria, a pesar de que hay comentarios de usuarios que apoyan las palabras de Pallares. Asusta pensar que todavía se naturalizan los actos misóginos, que creen perfectamente normal juzgar sin piso a las asambleístas no por su trabajo sino por su acción política y sus palabras. (MIB)