Mentiras, indignación y centralismo (Opinión)

Por Omar Jaén Lynch / Periodista / @Kelme_boy blank

Guayaquil sigue llorando a sus hijos caídos y a los que siguen postrados enfermos en una cama –si tienen la suerte de estar en una–. Esta semana confirmamos algo que todos en esta ciudad sospechábamos. El Registro Civil publicó las escalofriantes cifras: solo en los primeros 15 días de abril se registraron 6.703 fallecimientos, mientras que en marzo fueron 4.236 los decesos.

Los sospechamos y nos lo ratificaron. La gran mayoría de los guayasenses en las últimas semanas hemos perdido a un familiar, un amigo, un vecino, un compañero de trabajo… Esta semana comprobamos que las cifras que a diario nos presenta el COE Nacional no son ni cerca las reales.

Quiero pensar que no es una mentira descarada, en serio quiero pensar que es así. Prefiero pensar que lo que ocurre es una prueba más de la tan demostrada inoperancia del Gobierno. Sea por A o por B, los habitantes de esta provincia nos sentimos engañados, burlados. Y eso, a su vez, nos conduce a la ira que, por el momento, contenemos en nuestros hogares.

La rabia se exacerba al recordar cómo Lenín Moreno, Otto Sonnenholzner, María Paula Romo, Juan Sebastián Roldán y otros usaron todo su músculo mediático para convencernos que todo lo que se denunciaba eran “fake news” o estrategias para “exagerar” la situación. Nada más lejos de la verdad. Guayaquil sufre aún la peor tragedia de su historia. Como lo explicó mi colega y amigo, Xavier Letamendi, el terremoto de abril de 2016 dejó en total 670 muertos. Guayaquil y sus cantones satélites sufrieron un terremoto diario por una quincena.

El coraje aumenta cuando ahora el Gobierno lanza juegos pirotécnicos porque los tenedores de bonos le aplazaron los pagos de intereses hasta agosto. Eso no fue ningún ahorro, es solo aplazar el pago (que vendrá con nuevos intereses). El régimen insiste que este “logro” fue gracias a que en marzo se pagaron –en plena crisis sanitaria– USD 324 millones y que eso permitió este diferimiento. ¿Cuántas vidas, de los miles que hemos perdido en 40 días en Guayas, se hubieran podido salvar si esos USD 324 millones se inyectaban al sistema de Salud Pública? Una vida salvada hubiera sido suficiente.

Cuando se mezclan la desinformación e indignación hay terreno fértil para debates maniqueos. Esta semana también el hedor regionalista floreció en redes sociales. Desde Guayaquil actores políticos y “líderes de opinión” enfilaron contra el Gobierno por el abandono en múltiples aspectos, siempre apelando al centralismo. Sus pares capitalinos respondieron que si en esta ciudad hay problemas es por el nulo accionar de la alcaldesa Cynthia Viteri.

Solo opinaré que ambos bandos tienen razón. Es innegable que el Gobierno –con Moreno y Sonnenholzner a la cabeza– fracasó en el manejo de la crisis. Reaccionaron tarde, no hubo preparación, se “actuó” sobre la marcha y ahora se jactan de ser especialistas en recolección de cadáveres en vez de evitar más muertos. Pero eso no quita la también desastrosa actuación de Viteri que arrancó con el bochornoso cierre de la pista del aeropuerto, pasando por su novela de contagio de Covid-19 hasta llegar a ponerle mascarillas a los monumentos.

No me prestaré jamás a las ideas separatistas de varios en Guayaquil que se babean por verse “independientes”, pero tampoco ocultaré que, una vez más, el Estado central se burló de los habitantes de esta ciudad.
Una nueva semana con restricciones arrancará, con proyectos de ley económicas de por medio. Presiento que las mentiras, la indignación y los debates sobre centralismo están muy lejos de desaparecer.

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