Más de 700 adultos mayores esperaron seis horas por las vacunas

Quito, 23 mar (La Calle). – 200 adultos mayores en los exteriores del Centro de Atención Integral. Unos avanzaban pasito a pasito, otros con bastón, o en sillas de ruedas, con un tanque de oxígeno a su lado.

Al interior del Centro, algunos más cómodos en sillas, dispuestos a esperar más de seis horas por sus vacunas, el resto, aquellos del inicio de esta crónica, estaban junto a la pared del lugar bajo el sol.  Poco importa su ubicación, todos estos adultos mayores seguían seis horas después bajo la lluvia. Hasta el puntual temporal llegó antes que las vacunas del Ministerio de Salud Pública.

“Hay viejitos dentro que necesitan que les cambien el pañal, otros gritan que quieren irse a sus casas, otros piden sus camas. No hay vacunas, los doctores y las enfermeras nos dicen que están listos, pero el Ministerio aún no envía las vacunas”, son las palabras de una de las familiares de una adulta mayor.

Malenita ingresó a las diez de la mañana. La anciana de 84 años de edad, padece hipertensión, artritis y discapacidad del oído, estaba sofocada por el calor de la mascarilla y el sol. Horas después empezó a desesperarse, no entendía lo que pasaba; buscaba leer los labios de las otras personas que hablaban. Era la primera vez que dejaba su casa desde que empezó la pandemia.

La fila alcanzaba la primera esquina, los abuelitos se apoyaban en paredes y veredas, unos trataban de evadir el sol debajo de árboles, otros cubrían su rostro, muchos habían llegado sin desayuno. A un lado de la enorme fila estaba Carmita, recorriendo la calle de arriba para abajo con su bolso de periódicos. Sufre de hipertensión e hipotiroidismo y está claro que no ha recibido la vacuna, aunque es afiliada al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, no ha recibido la convocatoria que este Instituto prometió.

“Todos los días recorro este barrio, siempre he vendido periódicos porque no tengo otro recurso para vivir. Tengo una hermana enferma, las dos estamos esperando que nos vacunen”, menciona.

Cerca del mediodía, el sol ha alcanzado su punto más alto. Una de las trabajadoras del Centro recorre la fila, asignando turnos a los pacientes. El número alcanza más de los 700 turnos y la gente continúa llegando.

“Por favor, no grabe, no tome fotos, se puede ir presa”, dice una de las trabajadoras, apenas se da cuenta de mi labor.

“Ustedes deberías irse presos por tenernos aquí toda la mañana, nosotros somos gente con enfermedades, ustedes no tienen respeto”, reclama en voz muy alta, Teresa Lasso, adulta mayor de 75 años.

Al interior del Centro, las personas continúan en las mismas sillas, sin respuestas, sin saber qué pasa. Uno de los familiares exige información, finalmente una de las trabajadoras, dice que los ancianos serán vacunados a 14h30.

13h30: un furgón blanco del Ministerio de Salud se acerca. Dos motorizados de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) de la Policía Nacional se abren paso en medio de un tumulto que se ha formado en la puerta principal 3 del Centro.

“Miserables, irresponsables: ¿para qué llamaron si no tenían posibilidades?”, reclaman las personas. El cielo se oscureció de pronto, la lluvia hizo un panorama gris, frío y sin esperanza.

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