Omar Jaén Lynch
La semana que culmina, además de unas alicaídas fiestas por la independencia de Guayaquil, estuvo marcada por la conmemoración del primer aniversario de las protestas de octubre de 2019. El país recordó, aún herido, lo ocurrido en distintas ciudades, pero sobre todo en Quito.
Como era de esperarse, el Gobierno de Lenín Moreno, con la anuencia de medios de comunicación privados y públicos, intentó tomar el mando del discurso. Para el poder, lo que ocurrió hace un año fue un intento de golpe de Estado orquestado por fuerzas del “correísmo” y otros países.
También era previsible que los comentarios racistas en contra de los indígenas de la Conaie aflorarían. Nuevamente se leyeron términos como “indios de mierda”, “emplumados”, “indios ignorantes y violentos”. Como para hacer más vulgar todo, esta semana también se removieron las cenizas de la persecución política y el exasambleísta Virgilio Hernández fue detenido sin razón alguna. El policía que lo interceptó no sabía ni qué responder cuando se le preguntaba por su accionar. “Vamos a Fiscalía para que nos enteremos”, espetó el agente al exlegislador.
Pensar en octubre de 2019
Pensar en octubre de 2019 lleva a que María Paula Romo te invada la mente. La poderosísima ministra fue, junto al “finadito” Otto Sonnenholzner, una de las caras visibles de la respuesta del Gobierno ante las movilizaciones ciudadanas. Ella lidera la fuerza coercitiva del Estado y al mismo tiempo el teje y maneje de la política gubernamental.
Era inevitable estar pendientes de cómo Romo iba a recordar lo ocurrido en octubre de 2019. “La violencia de octubre no se debe repetir. Nunca más violentos que se esconden en una protesta, nunca más los corruptos quemando las pruebas de sus delitos, nunca más secuestros y saqueos. Democracia y paz, los objetivos comunes”, escribió en Twitter la secretaria de Estado con un hashtag lapidario: #OctubreNuncaMás.
María Paula Romo tiene razón
¿Saben qué? María Paula tiene razón. La violencia no puede estar del lado de quienes tienen la razón. Y en octubre había más que sobradas razones para movilizarse en las calles. Un gobierno que le da la espalda al pueblo no puede estimar que éste no tendrá una reacción. Hace un año, Lenín Moreno, Otto Sonnenholzner, Richard Martínez, María Paula Romo, Juan Sebastián Roldán y otros funestos personajes asestaron un golpe terrible a la economía de los ecuatorianos. De sopetón eliminaron los subsidios a los combustibles, sin ningún consenso, sin ningún análisis de cómo afectaría a los habitantes. Así que, es verdad, le doy algo de crédito a lo que dice. Fue un error que en medio de protestas totalmente legítimas se hayan dado escenas de violencia como el ataque a un periodista, la afectación de bienes públicos y privados o la retención de funcionarios.
¡Nunca más!
Aunque con este gobierno siempre hubo y habrá un pero gigante. Así como lo descrito en el párrafo anterior no puede volver a pasar, Ecuador no puede permitirse soportar una represión como la vista hace un año. Nunca más un Ministerio de Gobierno que embiste contra ciudadanos desarmados, nunca más un Vicepresidente indolente que minimizaba en cadena nacional las exigencias legítimas del pueblo, nunca más un Ministro de Finanzas que maneje la economía de todos sin diálogo, nunca más un bufón de Secretario de Presidencia que en cada declaración azuzaba más a la ira popular.
Nunca más ecuatorianos que pierdan sus ojos por la acción policial, nunca más un Ministro de Defensa que diga que cuando la gente se manifiesta es un “estado de guerra”, nunca más policías bombardeando universidades en donde se refugiaban madres indígenas con sus hijos. Nunca más “falsos positivos” como el grupo de taxistas venezolanos que fueron acusados en cadena nacional de ser terroristas que iban a atentar contra Moreno.
Sí, María Paula, #OctubreNuncaMás, pero al poner en la balanza ustedes salen perdiendo. Sé que te gusta ser selectiva, pero los ciudadanos siempre recordaremos quién y cómo actuó hace un año. Por más que quieran dominar el relato en medios, la memoria siempre será más poderosa.