Quito, 9 jul (La Calle).- La erosión del río Coca desencadenó una paralización crítica de los oleoductos SOTE y OCP, provocando un colapso del 69.35% en la producción de crudo en apenas seis días. Este desplome, que redujo el bombeo de 437.899 a 134.153 barriles diarios a nivel nacional entre el 1 y 7 de julio. El sistema expone la vulnerabilidad estructural del sector y amenaza las proyecciones oficiales de crecimiento económico para 2025.
La erosión regresiva en el río Coca y su afluente el Loco, activa desde 2020, interrumpe el flujo desde la Amazonía hasta el puerto de Esmeraldas. La estatal Petroecuador, responsable del 84% de la producción nacional, sufrió un desplome aún más agudo: su extracción cayó 76% (de 369.589 a 89.348 barriles/día), equivalente a 280.241 barriles diarios perdidos.
Este deterioro agrava la «caída libre» de la empresa pública, ya afectada por falta de inversión y trabas legales en campos estratégicos como el Bloque 43-ITT.
¿Apagón petrolero?
Las proyecciones gubernamentales de alcanzar 580.000 barriles/día en 2025 contrastan con el diagnóstico del Banco Central (BCE), que en abril redujo la estimación a 479.900 barriles. Los últimos datos de la Agencia de Regulación Hidrocarburífera revelan que, entre enero y mayo, la producción promedió 465.450 barriles/día. La nueva parálisis del OCP este 7 de julio, apenas horas después de reactivarse, confirma la insostenibilidad del modelo.
La crisis desnuda la descoordinación entre planificación estatal y capacidad operativa, donde fenómenos naturales previsibles se convierten en catástrofes recurrentes. Además dejan al descubierto la falta de protocolos ante las rotura de oleoductos.