Por Sofía Cevallos
Quito, 23 mar (La Calle).- Es el segundo día de lo que parece ser una gripe. Despierto y un fuerte malestar me anuncia que no dará tregua. Hoy la fiebre llega para alarmarme más. Los accesos de tos no tardan en llegar.
La incertidumbre no me deja en paz y decido llamar al 171, porque acabo de escuchar al ministro de Telecomunicaciones, Andrés Michelena, decir que es un sistema de triaje eficiente.
«Digite 5 para recibir información sobre coronavirus o si presenta síntomas», me instruye la grabadora.
Al hacerlo, el sistema me dirige al generador automático de citas.
Para su establecimiento de salud tenemos disponibles las siguientes citas: Martes, 21 de abril de 2020, sentencia una voz robótica, como burlándose de mí.
Dos intentos después, al digitar 5, mi corazón siente alivio al escuchar el tono que me comunicará con algún ser humano.
«¿Cuáles son sus síntomas? ¿Ha viajado a otros países o ha estado en contacto con personas infectadas de Covid-19?» , me cuestiona una voz apresurada.
Le cuento mis síntomas y apenas puedo responder no a la siguiente pregunta, cuando me indica: «En este momento le voy a comunicar con el Ministerio de Salud Pública para que le den una mejor atención».
Enseguida escucho varios mensajes grabados: «lávate las manos, cuídate durante el embarazo, planifica; lávate las manos, cuídate durante el embarazo, planifica; lávate las manos, cuídate durante el embarazo, planifica…»
Y así, sucesivamente, por nada más y nada menos que 30 minutos. Sí, 30 minutos. Dejo el teléfono en la mesa y me acuesto. La indignación pronto se convierte en aburrimiento y esos sonidos se hacen lejanos.
Sólo puedo pensar ¿qué le esperaría a una persona de avanzada edad en mi situación? ¿Cuál es el siguiente paso si no llegan a contestar? ¿Y si no tengo dinero para ir a un hospital privado? Y luego me pregunto cuánta gente está preguntándose lo mismo en Ecuador…