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Libro de la semana: Noches blancas: Dostoievski nos ha mentido

Por: Daniela Rizzo @loinquieto

Quito, 12 ene (La Calle). – Dostoievski ha consumido dos tercios de mi vida pero me acabo de dar cuenta de que todo era mentira. Ahora que soy una semiadulta veo que sus letras no quieren ahogarnos en la desazón, tal como pensaba. Todo lo contrario, creo que Dostoievski nos quiso enseñar a sentir el abrigo del sol a través de las terroríficas calles de San Petersburgo o las incansables ruletas del centro de Europa. Esto es lo que pasa cuando lees su novela Noches blancas.

Este libro tiene dos personajes (o tres si contamos a la tristeza). Un hombre completamente solo se encuentra con una chica que llora mirando la corriente de un canal. La chica llora por amor, aunque lo que realmente busca es estar sola. La trama de esta historia tan pequeña es un triángulo amoroso que se desata entre las conversaciones de un chico perdido y una chica olvidada. Y digo triángulo porque la chica espera y espera que su amado regrese para pedirle matrimonio.

No les voy a decir si el amado volvió o no volvió, el final no es lo importarte. Pero en el camino nos encontramos con dos personas que desean amar con toda la fuerza de sus corazones (de papel) y se dan cuenta de que no saben qué es amar. ¿Qué es amar? Tirarse al abismo o abrazar al ser amado. O lanzarse abrazados.

Tal como sucede en la literatura de Dostoievski, la narración se construye a partir de voces que representan un diálogo introspectivo. Estos son personajes que hablan con otros pero, en realidad, se están hablando a sí mismos y te están hablando a ti. Muy inteligente es Dostoievski.

Esta narración es tan corta y corto punzante que nos deja sin aliento. Sin embargo, me quedo con la duda de su final. Resulta que todo lo que pensaba de Dostoievski puede ser mentira: no es un melancólico o un desesperanzado. Si leen este pequeño libro, podemos considerar la posibilidad de pensar que no hay nada más luminoso y esperanzador que la nublada ciudad de San Petersburgo.