Por: Daniela Rizzo @loinquieto
Esta vez, quiero cambiar un poco y revolver las piezas para encontrarnos con la belleza. Quiero presentarte la poesía de Alejandra Pizarnik y comentar en pocas líneas la infinidad de sentidos que podemos percibir de su obra.
Argentina, surrealista y misteriosa, Alejandra es una pieza fundamental de la literatura universal. Dedicó casi toda su escritura a la poesía, pero también presentó algunas obras en prosa como «La condesa sangrienta».
Su obra poética pone especial énfasis en el silencio. Para leer sus versos, es importante pensar en lo que no nos dice. En sus versos, mantiene un tono dulce, como el de una niña que está descubriendo el mundo. Sin embargo, podemos sentir la violencia que subyace cuando esta niña se encuentra con el lobo feroz.
Para ella, el lenguaje no es capaz de expresar todo lo que nuestro cuerpo y mente pueden sentir. Esta insatisfacción se expresa muy bien en sus textos en los que podemos sentir la desesperación, la desazón y la tristeza profunda.
Quiero dejarte tres poemas de Alejandra Pizarnik para que los sientas y disfrutes:
Despedida
Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.
Cold in hand blues
y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo
Exilio
A Raúl Gustavo Aguirre
Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.
¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?
Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.