por Juan Paz y Miño Cepeda
La Sociedad Mont Pelerin, creada en Suiza en abril de 1947 a iniciativa de Friedrich von Hayek (1899‐1992), reunió a 36 economistas, historiadores y filósofos, para discutir “la crisis de nuestros tiempos” y concluyó con una Declaración de Principios. Hayek era un radical anticomunista, partidario del gobierno limitado y esas ideas guiaron la promoción de la MPS, así como su aguda polémica con J. M. Keynes.
De modo que para la MPS, “los valores centrales de la civilización están en peligro”, entre otras razones por “el crecimiento de una visión de la historia que niega todos los estándares morales absolutos y por el crecimiento de teorías que cuestionan la conveniencia del Estado de derecho”. Y, en esencia, “por una disminución de la confianza en la propiedad privada y el mercado competitivo”, sin los cuales “es difícil imaginar una sociedad en la que la libertad pueda preservarse efectivamente”. Desde su nacimiento proclamó ser “un movimiento ideológico”, sin partidismo ni ortodoxias, simplemente para “facilitar el intercambio de opiniones entre mentes inspiradas por ciertos ideales y concepciones amplias” y contribuir así “a la preservación y mejora de la sociedad libre”. Apuntó seis temas fundamentales a seguir. Concluía que los atentados a la “libertad” provenían de teorías erróneas (en definitiva cualquier “socialismo”), por lo que se comprometían a ganar la “batalla intelectual por las ideas”.
Había nacido así el primer tanque de pensamiento (think-tank) internacional, que creció en los siguientes años. La MPS entre cuyos miembros se encuentra casi una decena de galardonados con el Premio en honor a Alfred Nobel (propiamente no existe “Premio Nobel” de economía) como el propio Hayek (1974) y Milton Friedman (1976), realiza reuniones periódicas, que incluyen altos funcionarios gubernamentales, periodistas, juristas, expertos económicos y financieros de todo el mundo.
Cabe observar que en esa poderosa MPS se originan las ideas rectoras del “mundo libre occidental”, lo cual ha sido entendido, sobre todo, en dos planos: la democracia liberal (entre los fundadores también estuvieron Michael Polanyi y Karl Popper) y la economía de libre mercado, basada en la propiedad privada. Y aunque desde los inicios se excluyó toda “ortodoxia”, no hay cómo ocultar el hecho de que las variantes de ese pensamiento “liberal” acogen, en última instancia, la ideología neoliberal en lo económico.
Hayek y Friedman, a los cuales hay que sumar a Ludwig von Mises (1881-1973), otro de los fundadores, han sido sus más sonados exponentes y en América Latina son considerados los padres del neoliberalismo de la región y los héroes teóricos de los “libertarios” o “anarco-capitalistas”, como los reivindica en Argentina el candidato presidencial Javier Milei o el think-tank “Ecuador Libre” (www.ecuadorlibre.org), vinculado con Atlas Network, conocida red con sede en Estados Unidos, que auspicia, promueve y financia ONGs ultraconservadoras. Imposible olvidar que los “Chicago Boys”, discípulos de Friedman, asesoraron al dictador Augusto Pinochet y que el mismo Friedman fue recibido calurosamente en Chile, en 1975.
En la MPS, quienes teorizan y analizan la economía, se concentran en los grandes países capitalistas y solo en forma subsidiaria o nula sobre América Latina, a la que normalmente desconocen, como se comprueba en sus obras. Pero los planteamientos son acogidos por una serie de seguidores en la región y, además, fundamentan las políticas neoliberales que continúan causando los más graves estragos sociales en los diversos países, de la mano de gobiernos absolutamente empresariales, respaldados por burguesías propias del subdesarrollo.
Tratando de imitar el ejemplo de la MPS, pero exclusivamente desde el campo político, en 2020 la Fundación Disenso perteneciente al ultraderechista partido Vox de España, lanzó la “Carta de Madrid”, documento fundacional del “Foro Madrid” a la que adhirieron políticos latinoamericanos de igual línea. Y para estar a tono con ese marco, este año (2023) una serie de jefes y exjefes de Estado y de Gobierno “iberoamericanos” (por incluir a España), junto a otros políticos, conformaron el “Grupo Libertad y Democracia” (GDL).
Todos están identificados con las derechas más reaccionarias de América Latina y varios de aquellos gobernantes son los directos causantes de las desgracias sociales dejadas a su paso en los respectivos países, como Iván Duque, Mauricio Macri, Sebastián Piñera, Jeanine Áñez o el banquero ecuatoriano Guillermo Lasso, miembros del grupo, del que también forma parte Osvaldo Hurtado, expresidente ecuatoriano, cuyo giro intelectual es similar al que tuvo el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien, por cierto, es un reconocido miembro de la MPS.
El propósito expreso del GLD es enfrentar a todo gobierno de izquierda y al “populismo”, contraponerse al Foro de São Paulo y al Grupo de Puebla, bajo la consigna de que prevalezcan la “libertad”, la “democracia”, el “desarrollo” y el “Estado de derecho”, entendidos a su modo. Bastaría comprobarlo al soportar las palabreras intervenciones durante su segundo encuentro realizado en septiembre (2023) en Buenos Aires. Se comprende, entonces, que tanto la Fundación Disenso como el Foro de Madrid respalden a Javier Milei para la presidencia de Argentina, así como el Grupo Libertad felicita el triunfo de María Corina Machado en las primarias de Venezuela y también “con entusiasmo” a Daniel Noboa, electo presidente de Ecuador.
Como puede advertirse, las ultraderechas latinoamericanas coinciden en los postulados económicos y políticos y ahora integran entidades internacionales poderosas, que cuentan con suficiente financiamiento y presencia, para dedicarse a la “batalla intelectual por las ideas”, inspirada, en sus orígenes, por la MPS.
Conociendo las raíces de las concepciones económicas del neoliberalismo de la región, revestidas como teorías universales, así como las organizaciones que internacionalizan sus ideas y acciones, desde las filas contrarias también es necesario librar esa batalla intelectual por las ideas. Además, existe una base sólida en cada país, para demostrar las nefastas consecuencias humanas de la aplicación de las consignas neoliberales. Ecuador incluso ofrece el cuadro más grave desde 2017, con los gobiernos de Lenín Moreno (2017-2021) y más todavía con el de Guillermo Lasso (2021-hoy), pues es el único país en el cual el bloque de poder dominante está hegemonizado por una cúpula de empresarios y funcionarios identificados con el libertarianismo anarco-capitalista. Ellos han provocado la inédita destrucción de lo que K. Marx llamó fuerzas productivas, por imponer el Estado mínimo y un capitalismo comercial-financiero, a costa de la pérdida en inversiones sociales, servicios e infraestructuras, con el abierto propósito de mejorar los negocios privados.
Vuelve a tener sentido, bajo otras condiciones, el título de un célebre libro de Andre Gunder Frank: el desarrollo del subdesarrollo.