Quito, 28 sept (La Calle).- El diario británico The Telegraph publicó un artículo que evidencia el rol de las pandillas ecuatorianas en la exportación de droga a países de Europa.
La violencia no deja de ser un tema crítico en el Ecuador. Las cárceles se han convertido en el escenario de diversas masacres por la disputa del poder entre las pandillas criminales. La última masacre carcelaria fue en la prisión de Bellavista el pasado 18 de julio, en donde 12 presos fueron asesinados por ajuste de cuentas entre bandas.
Diario The Telegraph colocó al narcotráfico como la principal causal de esta serie de conflictos. El artículo menciona que en América del Sur, la ruptura de las estructuras criminales organizadas desde el acuerdo de paz con las guerrillas de las FARC ha abierto el mercado de las drogas, permitiendo que las bandas albanesas se infiltren.
Al dejar de lado a los intermediarios habituales como los mexicanos o italianos, se realiza la negociación directamente con los productores. Esta ventaja permite que los alabaneses tengan la dominación del suministro de droga desde América del sur hasta Europa.
En el Ecuador, la ciudad de Guayaquil se ha convertido en el punto clave de envío bajo el cargo de las pandillas locales. Esta situación ha ocasionado la alta rivalidad entre bandas criminales. El núcleo del conflicto no se centra en la disputa por la cooperación con los albaneses, sino en el poder del más grande.
‘‘Según fuentes dentro de la comunidad de inteligencia de Ecuador, los albaneses cooperan con varias pandillas en diferentes puntos de la cadena de suministro, pero aquellos con más territorio, más armas y más control se convierten en los socios preferidos’’ señaló diario The Telegraph.
Añadieron que, tras el asesinato del líder de la pandilla de los Choneros el año pasado, la banda criminal ha perdido la dominación del poder. La consecuencia de esta pérdida generó motines carcelarios, en donde más de 300 reclusos perdieron la vida, muchos de ellos fueron decapitados.
La amenaza del reclutamiento infantil
Si bien el problema radica en la violencia generada por las rivalidades entre pandillas, el riesgo es para los niños que son reclutados por el sicariato. En la parroquia de Pascuales en Guayaquil, en un secreto a voces se creó ‘‘la escuela de sicarios’’ en donde se enseña a niños de hasta 10 años a cargar sus armas, rastrear sus objetivos y matar. Para llegar a graduarse deben realizar actos atroces.
“Hicieron que unos niños asesinaran a sus primos o tíos”, dice Juan, de 16 años, a The Telegraph.
Como muchos pandilleros adolescentes empezó su carrera criminal transportando drogas por Ecuador. Dice a The Telegraph, que hay un ejército de niños que transportan kilos de cocaína en el transporte público sobornando a los conductores. Los albaneses manejan dos cadenas de suministro en Guayaquil, una desde el sur de Colombia y la otra desde Perú.
El sueño de un futuro mejor ha sido el producto que le venden a los niños y adolescentes que buscan salir de la pobreza. Muchos logran avanzar pero el costo es muy alto. La invasión del narcotráfico contamina a las futuras generaciones y ese debe ser el enfoque de trabajo del actual gobierno.
