Hacer el ridículo para nuestros gobernantes y candidatos es una vocación. La Vice, que nadie sabe ni cómo se llama, se va de turismo al Vaticano. Y como no podía ser de otra manera, quiere un face a face con el Papa. Ese fue su sueño húmedo de toda la vida: conocer a un Sumo Pontífice en vivo y en directo. Solo por eso aceptó la vicepresidencia; ya lo tenía fríamente calculado. Le pagan un sueldazo por no hacer nada, chofer a la mano; y, de pasito, viajar por Europa para decirles que con “mis hijos no te metas”.
¿Y ahora qué otra ridiculez hará por esos lares? Capaz es de cantar el himno nacional versión aleluya frente al Papa. Seguro y le recomienda que revea esa decisión de aceptar que los homosexuales se puedan unir civilmente; que en la Biblia no dice nada de eso; que debe ser pecado. Le contará -orgullosa- que eso que tiene como presidente vetó totalmente el Código de la Salud, porque ella tiene principios cristianos y finales jesuses que ni la virgen María soñó.
La vicepresidenta, una señora para reír y llorar después de finados. Amén.
LOS DENUNCIÓLOGOS Y SUS ESTRATEGIAS DE CAMPAÑA AL ROJO VIVO.
Circula por redes sociales un video que parecía tik tok. Pero no. Montúfar, por un lado; Villavicencio, por otro, toman una especie de piñata azul y la lanzan contra una pared de cartones. Uno no sabe si están haciendo campaña, celebrando un cumpleaños, festejando la candidatura número quinientos del César, no se sabe.
Los más entendidos aseguran que ese performance es el resultado de dos adultos que no superan algún trauma de la infancia. Son de esos niños odiosos a los que nadie quería, y que en las fiestas infantiles no les dejaban ni golpear la piñata. Les ponían la venda de la gallinita ciega y se las sacaban cuando ya se terminó el show. Traumas que quedan de por vida.
Y como nadie les hacía caso ni en su barrio, optaron por ser los chismosos con título de la vida nacional. Por ahí, de vez en cuando les sale una buena, pero por lo general, son como la abuelita de antaño que no dejaba un hueso sano; que indagaba hasta el color del calzoncillo del carnicero para denunciarlo por tener mal gusto, y así.
Igualitos que el Lasso. No importa hacer el ridículo en público con tal de sumar un voto. Uno se pregunta, ¿de qué les sirvió tanta academia, tanta investigación? O por lo menos contraten un buen asesor de imagen. Pero no. Fueron a buscar a un marketinero que tenga un negocio de piñatas.
Son de risa, son de llanto. Ahí a la vicepresidenta. Sólo les falta visitar al Papa, y listo.