Quito, 06 ene (La Calle).- El 24 de diciembre de 2023, la hija de Rosa Ramos encontró el cuerpo sin vida de su madre en su casa en San Eduardo, norte de Guayaquil. Su hija Danna había tratado de localizarla, horas antes, por teléfono sin éxito. Con la ayuda de su enamorado y una vecina, todavía en estado de shock, llamó a la Policía. Los gendarmes confirmaron el deceso y llevaron el cuerpo a la Unidad Forense que colocó como causa de la muerte, politraumatismos. La tez blanca de su cuerpo se había tornado violáceo, es decir, a Rosa la golpearon hasta la muerte.
Danna y su hermano saben quién es el femicida de su madre. César Narciso P. G., su expareja, habría cometido el delito. Habían salido unos pocos meses en 2020, pero nunca la dejó de perseguir. “Los vecinos lo vieron el viernes en la noche, afuera de la casa, gritando para que le abra la puerta. No lo vieron entrar, pero sí lo vieron salir el sábado en la mañana”, dijo Danna a diario El Universo.
Justicia indolente
Rosa Ramos había denunciado a su agresor tres veces por agresión física y violación. Vivió en una casa de acogida durante tres meses y se cambió de domicilio en cuatro ocasión. A pesar de todo, él hallaba la forma de encontrarla. El 22 de septiembre de 2023, el agresor fue detenido en flagrancia por violar a Rosa, sin embargo, la jueza Gladys Hernández, durante la audiencia de formulación de cargos, dictó medidas cautelares: uso de grillete y presentación periódica todos los miércoles. No cumplió con lo establecido y se abrió un proceso de revisión de las medidas cautelares.
En ese mismo caso, Rosa fue llamada a rendir nuevamente su versión en la cámara de gessell el 5 de enero. Para el 8 de enero se tiene prevista la audiencia preparatoria de juicio. También se ha convocado un plantón para exigir justicia en la Fiscalía Provincial del Guayas.
Mujeres en peligro
Un sistema de justicia desorganizado y negligente se llevó la vida de Rosa y mantiene a su presunto femicida libre, sin embargo también ha puesto en peligro la vida de más mujeres en el país. La abogada Ana Paula S. tiene tres procesos abiertos en contra de su expareja por violencia física, secuestro y agresión que avanzan de forma lenta. A eso se suma que el agresor aún intenta contactarla. «Mientras, mi vida sigue en riesgo. El 24 de diciembre, a través de terceras personas me trató de contactar nuevamente. Sé que sigo en peligro», escribió en su cuenta de X.
A pesar de las pruebas que tiene Ana Paula para demostrar la conducta peligrosa de su agresor, los jueces todavía titubean la pertinencia de llamarlo a juicio. «¿Qué más debe pasarme para que la justicia me proteja? No pido ningún favor solo pido que se actúe conforme a derecho y que lo hagan ya, no después de nueve años como Nina Gualinga o después de muerta como Rosa Ramos», expresó la abogada.
Por otro lado, la activista amazónica, Nina Gualinga denunció violencia psicológica en contra de su expareja en 2015 y una segunda vez en 2020, sin embargo, la audiencia de formulación de cargos todavía sigue en veremos, ya que se ha diferido para el 14 de febrero. La activista sufrió manipulación por parte de su agresor que, además le apuntó con una escopeta en una ocasión. Teme por su vida y la de su hijo. «Una noche me miré al espejo. Vi a una chica tan flaquita, tan pálida. Y me pregunté quién es ella. Porque ya no soy yo. (…) En ese momento pensé, tengo 25 años ya me ha amenazado con una escopeta, a los 30 ya no sé si esté viva”, expresó en una rueda de prensa.
(MIB)