La impune tragedia latinoamericana tras las llamadas «tragedias naturales» | Opinión

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Por: Alexis Ponce / defensor de derechos

Es común en la amnésica y poco informada Latinoamérica que haya sectores de la población, incluso y sobre todo la vulnerable y la pobre, que tan sólo se queden en el borde de las tragedias EVITABLES, y con ignorancia le exijan al resto que no remuevan ni ausculten nada, y que peor aún se atrevan a denunciar o a preguntar.

«Dios lo quiso» o «Nada devolverá la vida a los muertos», son las muletillas de una lógica latinoamericana de la costumbre, sobre todo dicha por quien no padece en carne propia los saldos (muertos y destrucción) de las tragedias ni tiene un mínimo de solidaridad, com-pasión y empatía con el que vive la desgracia.

Esa gente perpetúa una eterna predisposición al conformismo y la pasividad.

NO hay en el continente latinoamericano, ni en el Ecuador tampoco, obviamente, un solo caso de «tragedias naturales», en que el pueblo adormecido logre ver más allá. Se cree lo que le dicen las élites y clases «superiores», los gobiernos nacionales y locales, la tele y los periodistas que apuntalan esa amnesia.

Desde el terremoto dantesco de México, donde murieron miles debido a las pésimas estructuras de cientos de edificios, donde usaron material chimbo, hasta la dantesca tragedia radiactiva de la población de Goiania en Brasil, o el reciente derrame petrolero en Perú, pasando por los repetidos e infernales daños en Haití, que dejan gobiernos, huracanes y terremotos, siempre hay un contexto de negligencias previas, corrupciones privadas y públicas, indiferencias, complicidades políticas y torpezas sociales que denotan la total ausencia de Pedagogía Preventiva sobre Riesgos.

Ni hablar de la ignorancia a la que se somete a la población para que no sepa prevenir los Efectos del Cambio Climático. Recuerdo que se me rieron en ministerios, instituciones, medios de comunicación social y universidades cuando les propuse que funden Espacios Pedagógicos Masivos sobre Riesgos Históricos y Desastres ad portas debido al Cambio Climático. Ni siquiera lo alcanzan a entender. Y si esas élites no lo comprenden, peor aún la manada. Uno termina sintiendo lo que siente el desesperado idiota científico de «No mires arriba»: impotencia histórica, de profesión (en mi caso, defensor de derechos) y de pertenencia a la especie humana.

Sólo por los cánceres y demás saldos infames debidos al derrame petrolero de décadas en la Amazonia ecuatoriana, ocasionado por la Texaco Chevron, una comunidad intentó justicia, y perdió el caso ante la poderosa transnacional, no sin la burla y el trabajo en contra de las élites.

Sigan nomás creyendo que los desastres son «naturales», manada de ingenuos.