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La geopolítica oculta detrás de los comicios en Venezuela | Opinión

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Por: Jackie Herrera

Con más de 7.5 millones de venezolanos en condición de migrantes, principalmente en América Latina y Estados Unidos, el pasado 28 de julio se dieron los comicios presidenciales en el vecino país bajo la mirada de todo el mundo. Luego de que en horas de la noche se diera a conocer la victoria del oficialismo con el 80% de actas escrutadas, el debate político fue inevitable. La tendencia ideológica marcó la discusión entre el chavismo y el antichavismo, y la otredad asentada en un discurso antisocialista, dejando por fuera del análisis otras perspectivas aún más profundas que han sido opacadas por la infoxicación dada en los medios de comunicación, sobre todo en las redes sociales como la plataforma X, alimentada por la importante y activa participación de Elon Musk.

Países como Argentina, Chile, Estados Unidos, El Salvador, Panamá y Ecuador fueron los primeros en manifestarse ante los resultados electorales, detrás de un discurso disfrazado de “humanitario” cuando hemos sido ajenos a la situación de lesa humanidad que viven países de Medio Oriente y, en nuestro caso, a las miles de muertes violentas que está dejando la crisis de inseguridad que no cesa y va en aumento en Ecuador. Del mismo modo, las reacciones de organismos internacionales, como la OEA y la ONU, que no dejan de ser posturas cargadas de prioridades diplomáticas e intereses económicos.

Pero el debate es menos superficial, sin disminuir la alarmante cifra migratoria que resulta de un país golpeado por una fragilidad institucional directamente relacionada con la enorme segmentación social venezolana, como es el caso de la mayoría de los países de la región. La realidad es que el tema, además de los derechos humanos, es geopolítico. Mientras el exceso de información mediática sea tendencioso, bajo la mesa es casi imposible ver con claridad lo que pasa alrededor de las relaciones diplomáticas y lo que rebuscan los intereses económicos de los mercados internacionales en la Venezuela de hoy.

En primer lugar, es el segundo país latinoamericano que ha sido objeto del flagelante bloqueo económico estadounidense. Desde Obama hasta Biden y, por supuesto, pasando por los asechos del gobierno de Donald Trump se impusieron sanciones económicas aún más restrictivas a Venezuela desde el 2017. Pero entre vaivenes políticos, previo elecciones, el panorama geopolítico fue cambiante. Por ejemplo, en abril de este año Washington reactivó las restricciones al sector energético que fue suspendido hace seis meses debido a la eliminación de candidatos de la oposición al régimen de Maduro, como María Corina Machado quien fue inhabilitada a participar en las presidenciales y, estratégicamente, representada por Edmundo Gonzáles de quien casi nadie habla.

En segundo lugar, sus privilegios naturales. Venezuela es el séptimo país en el mundo con mayores reservas de petróleo probadas y es el cuarto proveedor de la potencia norteamericana. El 25% del PIB, el 80% de sus exportaciones y el 50% de ingresos fiscales dependen del recurso petrolero. Sus 25 mil especies vegetales y más de 3.200 animales, por otro lado, lo convierten en uno de los siete ecosistemas con mayor biodiversidad en el planeta. Además, en su subsuelo abundan minerales como el oro, plata, diamantes, hierro, cobre, níquel, tierras raras, manganeso y litio que tienen un valor agregado cada vez más atractivo para el mercado internacional, si se considera la escasez mundial de minerales que son clave para fabricar, por ejemplo, vehículos eléctricos de la multinacional Tesla Inc.

El agua es otro de sus insumos estratégicos. Venezuela cuenta con casi mil ríos que la dotan de un potencial hidroeléctrico estimado de 55 mil megavatios, una de las más altas de América Latina. En tercer lugar, y quizá uno de los datos más apetecibles para la geopolítica internacional, es que su economía eminentemente rentista es una de las menos competitivas del mundo; y, por ende, que el devaluado valor del Bolívar haga que el costo de los factores productivos resulte comparativamente bajo.

Entonces, lo que realmente debería estar en el debate es este otro contexto: el no dicho. El opacado por la infoxicación virtual. Lo que realmente deberíamos cuestionar a los organismos internacionales es por qué, mientras a la clase no política nos preocupan los efectos de una migración que deja por su paso secuelas sociales y familiares difíciles de recuperar – como en el Ecuador del 2000 –, lo que ha puesto a Venezuela en los ojos del mundo es lo que le precede y sucede políticamente. Y es que, siempre hay mucho que ganar con la geopolítica global y su influencia en lo local más que en lo social, donde la supremacía del capital siempre estuvo, está y estará por encima de la humanidad.

Análisis completo en La Cita con Jackie