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¿La fuerza pública protege a las mujeres?

Quito, 11 sep (La Calle).- Los femicidios de María Belén Bernal y la subteniente Aidita Ati expusieron ante la opinión pública la falta de control al interior de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, ambos casos manejan una serie de semejanzas.

Este 11 de septiembre se cumplen dos años del femicidio de María Belén Bernal, un hecho que causó conmoción a nivel nacional y puso de cabeza al poder de turno. Una tragedia similar ocurrió el pasado 29 de junio en el Fuerte Militar Napo, en donde se reportó el femicidio de la subteniente Aidita Ati, sus familiares siguen en busca de respuestas.

La habitaciones al interior de las instituciones de las entidades de las fuerzas del orden, fueron los escenarios de ambas tragedias. Bernal fue asesinada en el edificio Castillo de Grayskull, lugar en donde dormían los instructores de la Escuela de Policía. Mientras que Ati perdió la vida en la villa Payamino, sitio asignado a los oficiales de alto rango.

Asimismo, las tragedias ocurrieron en un contexto que involucró fiestas y alcohol. El día que murió Bernal, su homicida Germán Cáceres llegó a medianoche a la Escuela de Policía en estado etílico. Previamente asistió a una fiesta organizada en el departamento de una de sus cadetes.

Por otro lado, el fallecimiento de Ati ocurrió tras una reunión de despedida a dos militares que pidieron la baja de manera voluntaria. El evento realizado en el Fuerte Militar Napo no contaba con la autorización de las autoridades e incluía bebidas alcohólicas. Según el reporte inicial, Ati llegó a su habitación con la ayuda de cuatro colegas, todos en estado etílico.

Golpes, asfixia e inconsistencias en los casos

La violencia fue protagonista en estos femicidios, además de las inconsistencias en las primeras versiones. En la primera versión de la muerte de Ati, el Ejército informó a la familia que la subteniente murió ahogada en su propio vómito. La autopsia final desmintió este argumento y señaló que la joven presentaba golpes e indicios de violencia sexual.

De igual manera, el caso Bernal estuvo plagado de inconsistencias y cuestionamientos. Tras el femicidio, Cáceres alertó la desaparición de su esposa a Elizabeth Otavalo, madre de la víctima y procedió a colocar la respectiva denuncia.

Horas más tarde, Fiscalía lo retuvo para que rinda declaraciones, pero no dio paso a la formulación de cargos en su contra y ocho horas después lo liberó. Él escapó a Colombia y declaró en su versión que salió de la Escuela de Policía con María Belén y posteriormente la dejó en la av. Simón Bolívar en donde ella abordó un taxi.

Dos días más tarde el exministro del Interior, Patricio Carrillo, confirmó que Cáceres era un prófugo de la justicia y reconoció que hubo fallas dentro del caso. Luego se procedió con la detención de la cadete Joselyn Sánchez, quien estuvo presente el día de los hechos. La joven cambió de versión en tres ocasiones y finalmente fue liberada.

Caravana por Bernal

En memoria de María Belén Bernal, este 11 de septiembre a las 15h00 colectivos feministas liderados por Elizabeth Otavalo, madre de Bernal, realizarán una caravana que partirá de la cárcel 4, al norte de Quito, hasta la Escuela Superior de la Policía.