Por: María Isabel Burbano
Quito, 08 ago (La Calle).- La primera orden del flamante presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue traer la espada de Simón Bolívar, libertador de cinco naciones, a la ceremonia de posesión. El pedido no resulta extraño si se tiene en cuenta lo que simboliza este sable para el mandatario.
De los tiempos en el M-19 hasta su llegada al palacio de Nariño, la espada significa la oportunidad de construir un rumbo de libertad y justicia social, algo que una convulsa Colombia todavía no ha visto.
Es pertinente conocer la historia de la espada para entender su presencia en el acto de posesión. Hasta 1974 guardaba reposo en la quinta de Bolívar, cerca al cuarto principal donde el libertador pasó sus últimos años como presidente de la Gran Colombia.
El 17 de enero de ese año, Álvaro Fayad y un grupo de hombres bajo su mando entraron a la Quinta, rompieron la urna de cristal y se llevaron la espada. Jaime Bateman, fundador del M-19 maquinó la operación desde su militancia en las FARC y pudo verlo realizado en la guerrilla urbana, donde también militaba el nuevo presidente.
«Su espada rompe las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras manos, a las manos del pueblo en armas. Y apunta ahora contra los explotadores del pueblo. Contra los amos nacionales y extranjeros. «, decía el comunicado.
El viaje de la espada
Un mes después, la revista Alternativa publicó sobre la espada. «Apareció la espada de Bolívar. Está en Latinoamérica”. Hasta la devolución del sable en 1991, su paradero fue incierto, pasó por distintos lugares e incluso salió del país.
Fayad la llevó a casa del poeta León de Greiff y allí permaneció hasta la muerte de éste. También estuvo en manos de Luis Vidales y otros intelectuales colombianos. En 1980, Bateman decidió sacarla del país para garantizar su seguridad. Así lo confirmó Carlos Pizarro a Antonio Navarro Wolff.
«Pizarro me contó que la espada estaba en Cuba y con la firma de la paz íbamos a entregarla a la Quinta de Bolívar o al Estado. A Pizarro lo mataron, 45 días después de haber firmado la paz, y yo me quedé con ese secreto”.
La espada había cobrado tal importancia que se creó una orden para protegerla. En ella estaban: Fidel Castro, Omar Torrijos, las madres de la Plaza de Mayo, el expresidente de Costa Rica, José Figueres; el monseñor mexicano, Sergio Méndez y los escritores Mario Benedetti y Eduardo Galeano.
En 1989, el M-19 decidió dejar las armas e integrarse a la vida civil como un partido político. Para ello había que retornar la espada que pasó en la embajada de Cuba en Panamá mucho tiempo. El 30 de enero, Navarro entregó al Estado colombiano el acero de Bolívar que en la presidencia de César Gaviria permaneció en el Banco de la República. Andrés Pastrana la trajo a la casa de Nariño en 1998, pero la devolvió al banco. Iván Duque la retornó al Palacio en 2018.
La espada de Bolívar simboliza mucho para Petro. Es el recuerdo de la lucha que empezó en la guerrilla urbana del que formó parte, el sueño de Bateman y Pizarro que ahora el nuevo mandatario puede continuar. Un país de libertad y justicia para que así se pueda envainar, algún día, la espada del Libertador.