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“LA EMBARRÓ”, señor Presidente | Opinión

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3 de Mayo de 2018
Por: Nelly Valbuena

Representante de la Liga del Cáncer de Seno.
Comunicadora social y periodista. Docente universitaria.
Directora de Mujeres Contando.

Con este valeroso recuerdo de Nelly (+), despedimos el año 2022 y hacemos una larga pausa para dedicarnos a tareas prometidas a Ella y su memoria. Esa pausa sólo será interrumpida en casos de fuerza mayor relacionados a quien tenga cáncer y requiera nuestra guía; así como para cumplir uno de los fines de nuestra querida Liga del Cáncer: la orientación -online o presencial- a pacientes oncológicas o consultas que nos hagan familiares cuidadores.

Me llamo Nelly Valbuena, tengo 51 años, soy una paciente oncológica, sobreviviente de un cáncer de seno con metástasis en huesos, hígado y páncreas, remitidas gracias a la ciencia y a la estrategia médica seguida.

Vivo en Quito y hoy, 1 de mayo de 2018, acabo de ver un vídeo con las declaraciones y visiones personales del Presidente Lenin Moreno sobre el cáncer, los pacientes y el sector salud oncológico, en especial los médicos.

Quiero decir que me preocupa lo que sus palabras pueden influir, o afectar, a miles de pacientes oncológicos, familiares y amistades de pacientes que no tengan suficiente información sobre el cáncer, porque los argumentos del Lcdo. Moreno, no tienen base científica ni asidero médico alguno. En otros países serían consideradas inclusive como “seudo-ciencia”. Y me preocupan porque pueden llevar a una familia desesperada, o a un paciente sin información, a tomar decisiones cruciales para su salud y su vida.

Las declaraciones del Presidente dejan, en primer lugar, toda la responsabilidad de la curación, o de la recuperación de los pacientes con cáncer, en “la propia voluntad”, en “dejar atrás los recuerdos tóxicos” y en el “cambio de su vida”. Que lo diga un ‘sanador’ o ‘curandero’, vaya y pase. Pero que lo diga el Presidente, la primera autoridad de una nación, causa estupor: no se puede dejar así nada más en la opinión pública una reflexión personal de tal calibre, porque deja a un paso de ‘culpar’ a los propios pacientes de tener cáncer. Sólo falta que alguien adicione: “Tú te lo buscaste. Por guardar tanto recuerdo tóxico te dio el cáncer”.

Con todo respeto señor Presidente, no es la primera vez que, por ignorancia sobre el tema, afloran estas tesis que provienen de mitologías, no de la ciencia y que abonan a la construcción de estereotipos y a la estigmatización sin fundamento, pues al dolor y drama familiar que vivimos, no se le puede sumar la culpa. Eso es inaudito.

A los pacientes usted nos dice que, por tener pensamientos tóxicos, o hábitos tóxicos, nos dio cáncer. Sólo un jefe de Estado anterior argumentó semejante filosofía personal en público: el dictador y teósofo salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez, cuyo hijo murió de peritonitis mientras él se negaba a tratarlo con la ciencia, sino con aguas y bombillas de colores y “cambio de semblante”. Y dejó morir a cientos de compatriotas de una peste de viruela poniendo como remedio papeles de colores en el alumbrado público. Pero esa lamentable ocurrencia fue en 1932, hoy estamos hablando del siglo 21. Con sus palabras, señor Presidente, sin quererlo nos pone y pone a todos los pacientes con cáncer bajo sospecha. Le faltó decir: “Por algo será que tienen cáncer”. Que usted crea y diga estas cosas en privado, se entiende, pero que lo diga en público es imperdonable.

En segundo lugar, sus palabras estigmatizan al sector salud, en especial a los médicos, pues los deja en el nivel de “aprovechados y lucradores” de los pacientes. Me extrañó que en ningún momento habló del deber del Estado y de los gobiernos de crear, cuanto antes, una Política Pública sobre Cánceres que los Estados deben desarrollar para atender la creciente cantidad de pacientes con esta enfermedad catastrófica, cuyos derechos humanos ‘son prioridad’ según la Constitución.

Es el colmo que usted cite: “Hay más personal de salud especializado en cáncer que pacientes con cáncer”. ¡Qué bueno sería!, pero no es cierto. Le invito Presidente Moreno a que nos acompañe en la Unidad de Oncología del H-CAM y vea cuánta gente espera ser atendida diariamente o ser trasladada a SOLCA sin suerte. Se espantaría de ver cómo es nuestra realidad de pacientes. Me niego a pensar que ahí, viéndonos, nos aconseje “dejar los pensamientos tóxicos aun lado”.

Creo, sinceramente, que usted habló desde el desconocimiento. Por eso sentí vergüenza ajena con sus frases: “Es posible (cuando el paciente recibe el diagnóstico) que el único que se alegre sea el médico» (aunque haya adicionado después la palabra “algunos”) y que cuando el médico le dice a un ser humano que tiene cáncer, “cambia de vida el paciente y al final el médico cambia de carro».

¿Se puede imaginar lo que estas palabras generan entre millones de gentes sin información? En resumen, “LA EMBARRÓ”, señor Presidente.

Quiero que sepa que soy una mujer que siempre he amado y amaré la vida y la gente, aún en el túnel de la muerte. Nunca odié, no he vivido para la tristeza ni para ‘los pensamientos tóxicos’. Soy una mujer que adora la vida, a mi familia y mi pareja. Aprendí desde pequeña, gracias a mi madre, que fue una enfermera ejemplar, que la vida tiene sentido si la pones al servicio de los demás, y eso he hecho por 30 años, con un amor profundo por lo que hago.

Vine a este país por amor y al poco tiempo recibí mi biopsia con el diagnóstico de “Carcinoma”. Soy una sobreviviente de cáncer gracias a la atención extraordinaria que recibí de muchos médicos maravilloso y enfermeras de este país, tanto del sector público como del privado.

Finalmente, le dejo una reflexión de una pensadora y luchadora de los EEUU, que murió con cáncer, Susan Sontag: “Toda teoría que atribuye el cáncer al estado de ánimo y su cura a la voluntad, son síntomas de lo poco que se conoce del terreno físico de esta patología”.