La élite, esa cínica y desesperada pelagata… (opinión)

Por: Alexis Ponce

Se encargaron las élites ecuatorianas, durante los últimos 4 años, de atizar, ellas mismas, el resurgimiento de los ejes esenciales de denuncia analítica del marxismo fundacional del siglo XIX, y en pandemia simplemente lo develaron de forma descarnada: la más insultante desigualdad, la super-explotación a los de abajo, convertida hoy en hiper-explotación salvaje, mediante estratagemas con las que legalizaron, aprovechando la pandemia, el agiotista aumento de las horas de trabajo, de tele-trabajo y de «emprendimiento callejero» (como le llamaron a nuestro subempleo y desempleo invisible); la reducción de sueldos y salarios solo a los de abajo y a los del medio, la impune imposición de despidos masivos y a granel en el sector privado y en su privatizado sector público; mientras hicieron gala del desprecio, la burla, el quémeimportismo, el egoísmo cruel y el abuso a los pata’l suelo y a todos los que pensaban o sentían diferente. Y así, ellas mismas, solitas, con el régimen como su marioneta, volvieron a encender ellas, las élites, un término incendiario al que tanto temen y que ellas habían apagado en sus megáfonos mediáticos hace fú: la lucha de clases.

Solo que ésta, desde Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, subiendo otra vez desde el Sur, no bajando desde el Caribe contra el cual equivocaron y desperdiciaron tiros, se fue evidenciando por otras vías, otros métodos y otras expresiones, las que empezaron a cobrar forma de pesadilla: el ‘terrorífico’ Castigo Electoral, que encima creían ‘imposible’.

Demonizaron aquí 4 años y de tal manera a su enemigo principal, que no tuvieron empacho en legitimar la masiva y policial reventazón de ojos y el odio de clases en octubre, pidiendo y aplaudiendo a su adoptada ministra el «palo a los longos alzados y montubios ladrones», como en 1922, cuando eran ‘los Gran Cacao’ (casi un siglo después, en 2021, se les cayó la última letra y quedaron así, mal oliendo ante el país); para lueguito, al saber que sus encuestas les fallaba, tras los resultados de 1ra. vuelta electoral, pedir a moco tendido: «Únanse a Lasso-Nebot-Hervas ustedes los indígenas [ya no eran «longos runas que vinieron a empiojar Quito»] para derrotar al castro-chavismo-maduro-narcoterrorismo-sociolisto-correísmo».

Ni que los indios y los pobres fueran pendejos y no supieran que el gamonal sigue siendo gamonal por más ex-canciller de la USFQ que intente pasar por ‘aliado’: decidieron el voto nulo y hoy ese voto ocupa el segundo lugar en las encuestas, nuevamente. El primero, otra vez, dos a uno, les gana el candidato que más odian. Y el tercer lugar, recién, es para el candidato de esas élites pelagatas con todo y asesor vacunado traído del barrio acomodado de Buenos Aires. Razón tienen de estar desesperadas. Por eso arrecian el feroz ataque al Aráuz y por eso volvieron a atacar a los indios, a despreciarlos como siempre, porque el voto para ellos es: «O conmigo, o en mi contra». Para esa desesperada élite «Voto nulo» es «Correísmo solapado». Y a falta de indios y movimientos sociales, cocinaron al apuro y sacaron antes de que esté lista, una fanesca urbana de clase media y salas lujosas que esa élite llama «sociedad civil», buena para vídeos desesperados, no para entender el alarido y la indignación del Abajo. Y peores anatemas lanzan al candidato que se perfila ganador. No han entendido, otra vez, nada de nada. Y que conste que esas encuestas no son otras que las de ellas mismas y no pueden tapar o maquillar tanto, todo lo que sucede. Esas mismas encuestas vaticinan la victoria de Aráuz y derrota de las élites ante el Voto nulo. Es obvio que ese resultado de las encuestas demostraría que las élites no jugaron limpio. Y que se aprestan a entonar el yaraví «Fraude» porque no les cabe en la cabeza que les ganen, otra vez, Los Otros.Pero en el medio, olvidan que atizaron esas mismas élites el viejo axioma que permite las transformaciones sociales: «Ricos versus Pobres», nada más que los primeros hicieron gala de odiarlos, golpeándolos, humillándolos, vacunándose ellos, por encima de los más vulnerables, bajando el salario solo a los de abajo, con un régimen transicional convertido en caricatura de ellas, pro-oligárquico como pocos, aumentando más y multiplicando al infinito el polarizado binarismo que padecemos; condenando a la hoguera inquisitorial a un monstruo que tiene mil cabezas que, como hidra, vuelve a renacer. Y sus cabezas tienen de todo: izquierdas, derechas, centros, curuchupas, progres, revolucionarios, sapos de la Grecia, y sobre todo: indignados, pero ya no Morenos.

Cuanto más dueños de la verdad son los intelectuales de la élite, cualquiera sea ésta, más se encargan la vida y la historia de darles «acho» y hacer exactamente lo contrario a lo que anhelan y analizan, siempre desde el terror y el miedo al cambio, al punto de pretender, en apenas el último mes de vida que le queda a SU régimen de ‘transición’ (transición a la peor etapa que hayamos vivido en los siglos 20 y 21), borrar y desconocer que esas élites lo apuntalaron, vivaron, sostuvieron, y profitaron desde que rompiera con el supuesto «ancianne régimen».

Pasó antes con «el fin de la Historia», tan promocionado por mass media e intelectuales pasados a la otra orilla: la del capitalismo salvaje en Occidente en plenos ’90. No creían posibles nuevos tsunamis sociales y ocurrieron. Al punto que, 30 años luego, otro bloque de naciones se prepara para liderar el mundo.

Las transformaciones nunca son exactas, ni fijas ni hechas en molde. Y aún si ganaran con fraude, achicando el voto nulo y el de Aráuz, las cuatropelagatas élites ya no podrán apagar la indignación que generó, no el COVID-19, sino su pandémica y criminal forma VIP de entender la democracia.

La arrogancia y el odio a veces enceguecen más que la ceguera misma. Les pasó a las elites que fueron derrotadas en primera vuelta. No lo creían. Y les volverá a pasar. Y no lo creerán. Esta vez el éxodo quizás resulte ser de muchos de ellos. No de nuestros millones de migrantes que se fueron buscando trabajo, mejor salario, pan para los guaguas, una casita, un carrito para la familia, y mejor futuro. Eso que nuevamente volvieron a quitarnos esas élites.

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