La confusión y despreocupación se apoderan de la capital

Quito, 17 mar (La Calle).- En la radio una señora denuncia: “por el sector de La Florida, pasan y repasan madres de familia con sus hijos en busca de una sola cosa: un café internet para hacer los deberes de la plataforma educativa del Ministerio de Educación, ¿por qué no mandan por el Whatsapp si todo el mundo tiene?”, cuestiona mientras el conductor de la estación radial le da largas; estaba por iniciar el enlace radial del Vicepresidente de la República.

Son casi las 10 de la mañana y en el sector del Barrio América en Quito, todos parecen hacer lo mismo: rastrear información sobre el avance del Covid-19. La capital de todos los ecuatorianos reproducía la atmósfera de un primero de enero extendido. Pocas personas y vehículos en las calles, pero, a pesar del reducido número, aún se percibe actividad.

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Ayer por la noche, el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito decretó la suspensión del uso del espacio público en aceras y calles. Sin embargo, aún aparecen hombres y mujeres caminando sin mascarillas ni guantes. En chanclas y pantaloneta camino a comprar pan o helados y, de paso, recargar saldo en sus teléfonos. Dos ancianos otavaleños a la caza de un bus que nunca pasará y un atleta con su mascota tironeando la traílla.

Estamos con un equipo de Radio La Calle en el sector del barrio América y, como consta en las fotos, la reducción vehicular es comparable a la de un domingo tarde en la noche. Los cajeros automáticos de los bancos de Guayaquil y Pichincha se apagan y prenden: frente a ellos no hay ya nadie. Al interior del Banco del Pichincha, los empleados atienden a los clientes con mascarilla, al igual que el guardia, que nos pide que nos vayamos.

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En el mercado Santa Clara está Isaías León, sentado frente a los negocios de flores, hierbas aromáticas y frutas. Apenas dos clientes se pasean por los puestos de venta. “Hoy no ha abierto la mayoría de locales, pues son de mujeres de la Tercera Edad. Los jóvenes hemos venido a trabajar”.

La lluvia pasajera sobre Quito ahuyenta aún más a los peatones que ahora corren por las aceras. En pocos minutos llegamos al mercado de San Roque (Centro Histórico) y el panorama cambia por completo. Una decena de autos particulares, camiones de entrega, frutas y peatones con víveres pasan por las aceras. Sin embargo, para ingresar en este centro de abasto, es obligatorio comprar una mascarilla. Las venden en los exteriores por 50 centavos. Acá, como dicen algunas personas, todo parece normal.

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Vamos más al norte, a la altura del hospital Eugenio Espejo (Sector Asamblea). No nos permiten hacer tomas desde Emergencia, pero sí al pie de la casa hospitalaria, donde un par de ancianas esperan atención; otra llega en un taxi, la actividad es superior a la que se esperaría.

Hay confusión, dice el vicepresidente Otto Sonnelholzner y habla del cruce de información con el alcalde Quito, Jorge Yunda. En fin, con este panorama de lluvia y sol, de actividades incompletas transcurre el primer día de prohibición de uso del espacio público en la capital.

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