Esta crónica es un reconocimiento a la gestión cultural de Pablo Rodríguez. Se desarrolló a partir de una entrevista hecha a Pablo un 28 de diciembre del 2018. Concha Acústica de la Villaflora, unos días antes del reconocido Festival de fin de año.
Hoy, la pandemia de la Covid-19 se llevó la vida de este gran hombre de 44 años, periodista, investigador, gestor cultural, padre y esposo. Su trabajo trascenderá en la escena del rock ecuatoriano.
Pablo Rodríguez, rock, vida y corazón
«Con un amigo, un día, aburridos del Tecnotronick, Milli Vanilli y El General fuimos a su casa y me hizo oír Cry y a mí esa vaina me voló la cabeza. Luego eran temas políticos previos al Feriado Bancario. Después llegó Barón Rojo y sobretodo las cosas que canta en su disco «Tierra de Nadie» eran como una crónica de lo que estaba pasando en el sistema político del Ecuador. Tiempo después, llegó el death metal, Sepultura y Napalm Death. La canción «Ven» de los Spectrum de Guayaquil es una cosa que me cautiva mal, así como la Cancerbero de los Blaze; entonces he ido creciendo a la par que llegaba el rock a mis manos».
La tarde del viernes 28 de diciembre, Pablo concreta algunas reuniones en el parque de la Concha Acústica; están los panas de siempre, para ultimar detalles del 31. Un grupo pequeño de no más de seis personas, Pablo en medio, 42 años de vida, 20 de gestión cultural a favor del rock ecuatoriano y no sabemos cuántos de su pasión por el rock. Al fondo, la imponente Concha Acústica, el referente cultural de la música rock que le dio la patada de suerte a este género musical un 11 de marzo de 1972.
La rutina de Pablo en fechas de organización de eventos como el de la Concha Acústica es incierto. No se tiene una dinámica fija porque el presupuesto no es seguro año tras año.
¿Qué pasa cuando no hay presupuesto para organizar conciertos como pasó con La Semana del Rock en 2016?
-Pues se gestiona el Teatro México, consigues un backline (equipo electrónico para amplificación de audio) les metes a los grupos a tocar ahí, pides comida para perritos como entrada para la gente y así mantienes la cosa-
Los pasos de Pablo llegaron a varios medios especializados en rock ecuatoriano como Radio La Luna, Radio Latina, Radio Pública del Ecuador, Hoy Music, Acero Magazine; además de dirigir sus propios proyectos.
En sus inicios en Radio La Luna Pablo asegura que empezó «contestando el teléfono y comprando el Norteño y los tabacos para los panas«. Luego conoció un programa radial de Byron Acosta y un día en un concierto le propuso un tema y logró ir al programa de radio con un “textito” acerca de su visión sobre el rock,. «Me hizo leer el texto en público y yo me cagué de los nervios, o sea primera, vez en la radio… Y de ahí empecé a reportear conciertos», dice con una sonrisa amplia.
El tiempo de Pablo desde que se sumergió en este universo dependió de las oportunidades que se le vinieron. Alguna vez colaboró también para medios tradicionales como El Telégrafo, Hoy y Últimas Noticias y es, precisamente, de éste último que emerge su proyecto propio «Rocker Magazine»; «nace de la necesidad de tener más espacio para escribir lo que no podía escribir en Últimas Noticias; tenía siete párrafos para escribir y se acabó, esos siete párrafos no me alcanzaba y quedaba apilada un montón de información», señala.
«Primero, vos no puedes dejar de lado el antecedente. Vos no puedes hablar de lo que está pasando hoy en la escena rockera ecuatoriana sin regresar a ver lo que pasó antes. Entonces creo que intento hacer un ejercicio de unión generacional. De hecho, tengo en idea un documental que se llamará ‘Hijos del Rock’, en el cual entrevisto a rockeros de la vieja guardia cuyos hijos ya son rockeros conmutados: Igor Icaza, Zack Icaza, Alfredo Carvajal, Esteban Carvajal, Alex Alvear, Matías Alvear».
Una parte de la gestión que Pablo realiza cada año está en el concierto de la Concha Acústica, ese destello deslumbrante que se muestra cada 31 de diciembre como un ritual, sin el cual no se puede terminar el año en Quito.
Las gestiones y el papeleo con el Municipio de Quito para el uso del espacio público representan una travesía.
¿Qué pasa con el protocolo de seguridad para los conciertos de rock?
-La autoridad no ha cambiado, seguimos viviendo en la época de las cavernas. Se sigue viendo al rock como un concierto de alto riesgo. Cuando yo he mandado cartas a Navas, a Serrrano diciéndoles que me muestren estadísticas sobre cuántos muertos hay por hebillas en conciertos de rock, cuántos heridos por concierto están reportados en los hospitales públicos del país, la respuesta es cero porque no saben qué responder-. Reclama, su tono de voz se hace más fuerte.
Es claro para Pablo el legado del concierto de la Concha Acústica de la Villaflora, después casi cinco décadas de historia desde el primer evento.
¿De qué legado hablamos?
-Resistencia, persistencia y aguante. De alguna forma el movimiento rockero se resiste a morir-
¿Por qué resistencia?
-Porque tenemos cada vez menos espacios, cada vez es más difícil hacer un concierto. Es un tema de resistencia y de independencia porque todos los santos fines de semana hay al menos cinco bandas tocando en algún bar en Quito- Finaliza Pablo y su mirada se fija en el vacío. Pensativo, permanece. Apago la grabadora, su mirada ahora está en el escenario de la Concha, -gracias- dice y sonríe.
Esa tarde, Pablo tuvo la amabilidad de abrir un espacio en la lista de medios para la cobertura del Festival. El 31 de diciembre de 2018, Pablo una vez más saltó al escenario con su cámara de fotos y el empuje que lo caracterizó siempre.