Por: Alexis Ponce / defensor de DD.HH.
“En este país de insensatos hay que gobernar a latigazos” (Gabriel García Moreno)
- La «Basílica del Voto Nacional» empezó como proyecto en 1883, doce años luego del tiranicidio de García Moreno; por iniciativa de la entonces muy todopoderosa y partidista Iglesia Católica que, a través de su diputado sacerdote Julio Matovelle, la presentó como «Monumento de perpetuo recuerdo a la Consagración de la República del Ecuador al Corazón de Jesús», que años antes le fuera impuesta al país por el tirano Gabriel García Moreno, antes de ser ajusticiado.
- Por eso es que, desde aquel lejano entonces, la Basílica -más allá de su belleza arquitectónica-, guarda un sesgo social elitista y políticamente conservador, históricamente ligada a los grupos de poder, a los sectores más curuchupas del país, al legado ideológico del tirano Gabriel García Moreno, «el santo del patíbulo» como lo llamó nuestro insigne maestro de juventudes Benjamín Carrión; a tal punto que esa iglesia, y no otra, custodia nada más y nada menos que el corazón del tirano sin corazón, y un pedazo de su fémur. (‘Necrofilia militante’, diría el poeta fracasado)
- En la llamada «fiesta eclesiástica para consagrar los terrenos», en los que se construiría la iglesia; los curas, las familias de abolengo y los políticos tradicionales, levantaron una cruz enorme que representaba el lugar donde el teócrata Gabriel García Moreno cayó abatido en el palacio de Carondelet el heroico 6 de agosto de 1875.
- Al triunfar la Revolución Alfarista el 5 de junio de 1895, veinte años más tarde, el cura Matovelle y, en general, todo el bloque legislativo de la iglesia, perdió fuerza y, como no podía ser de otra manera, una vez que el Viejo Alfaro decretara la separación del Estado y la iglesia, el fin del concordato, de las excomuniones politizadas y de los diezmos, así como la vigencia del democrático y amado laicismo (el respeto a todas las creencias), los curas por fin ya no pudieron ser electos diputados del Congreso, gracias a la expresa prohibición puesta en la Constitución de 1897.
- Vale la pena recordar el retrógrado y astuto argumento usado por el cura político Matovelle en defensa de la Basílica, el 22 de febrero de 1884, para persuadir al Congreso de que apruebe el decreto del 23 de julio del 1883, que fijaba la suma de dinero con la cual los gobiernos contribuirían a construir su iglesia. “Queremos que la Asamblea de 1884 doble sus rodillas ante el Divino y supremo Monarca de las Naciones. El Ecuador no adora al Dios de los panteístas u otra forma de falsa divinidad, sino a Jesús el Dios verdadero. Las naciones han sido criadas para dar mayor gloria a Jesucristo, y una nación es mas grande en cuanto mejor cumple con su fin. ¿Los tesoros no son de Dios? ¿Cómo negarle a él una mínima parte de ellos en el culto de amor y gratitud? Si damos a Dios lo que le debemos, Dios nos dará el beneficio de la paz verdadera, que se halla en sus manos”. Y entonces, esa asamblea, mayoritariamente compuesta por curuchupas, desde luego aprobó que se asigne un presupuesto para la construcción de la Basílica.
- No es casual, tampoco, que el gobierno de León Febres Cordero haya sido de los que más fondos donó, no se sabe si de su bolsillo o de las arcas fiscales, para la construcción de esta reaccionaria Basílica en los últimos años del siglo 20.
- Tampoco es casual, y así se debe entender el contexto actual de la política gubernamental, tan cercana al clericalismo, el acto que hubo el 13 de junio del 2021 en la Basílica: la ceremonia de conmemoración de la insepulta «Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús», a la que asistió Guillermo Lasso, su esposa y su gabinete, incluso llevando al Alto Mando Militar y Policial a la ceremonia organizada -en un país laico- por la cúpula eclesiástica, que la presidió monseñor Alfredo Espinoza, donde Lasso recibió una figura de Julio María Matovelle.
- La consagración del Ecuador al Corazón de Jesús, ordenada el 25 de marzo de 1874 por decreto ejecutivo del tirano, fue uno de sus actos curuchupas que, en su tiempo, más se criticara en el mundo civilizado, pero como el Ecuador era una tétrica isla teocrática en todo el continente, la sociedad no se inmutaba, como hoy. El país era dominado culturalmente por el terno negro, de luto perpetuo, del tirano García Moreno, en alianza con la sotana de su aliada mayor, tal como lo describiera nuestro Juan Montalvo.
- Si la catedral francesa del «Sacré-Coeur» (sagrado corazón) es considerada por los laicos de Francia «una verruga versallesa que insulta la memoria de la Comuna de París», pues fue construida en 1873 cuando se decidió edificar esta basílica en el exacto lugar donde empezó la insurrección obrera de la memorable Comuna de París, que acabó masacrada por la brutal represión del gobierno conservador de la época; la Basílica criolla, que guarda los restos del fusilador de Daquilema, recuerda una consagración teocrática contraria al laicismo, ordenada por Gabriel Gregorio, quien impuso que para ser ciudadano ecuatoriano era obligatorio ser católico y casado, en reacción retrógrada y solitaria en el planeta, tomada cuando Italia despojó de sus tierras a la santa madre, lo que también desató que el tirano rompiera relaciones diplomáticas con Italia, para congraciarse con el Vaticano.
- Para la financiación de la Basílica, el Congreso de esa época asignó doce mil pesos del erario nacional y por decreto de 1885, el IV Concilio Provincial Quiteño convirtió la construcción de la Basílica en «compromiso religioso» a nombre de todo el país, que solo empezó con la aprobación del reaccionario Papa León XIII.
- Durante años, para proseguir la construcción, se aceptaron donaciones de creyentes acaudalados que proporcionaron dinero, mano de obra y materiales de construcción a cambio de grabar sus nombres en las piedras. La Basílica fue bendecida por el anticomunista papa Juan Pablo II, el 30 de enero de 1985, siendo consagrada e inaugurada oficialmente el 12 de julio de 1988, bajo el régimen violento y autoritario de León Febres Cordero, antes de irse.
- El gobierno de Sixto Durán Ballén puso en circulación un billete de 20 mil sucres, en el que hizo constar la imagen de Gabriel García Moreno, «el doctorcito» como lo llamaba la plebe rezandera. No deja de ser curioso, aunque no es nada extraño que él lo aceptara, que la orden monacal femenina de «Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor», encargada de elaborar la banda presidencial del Ecuador, hiciera la de Rafael Correa en su posesión e incluyeran en el bordado del Escudo de Armas, un pedazo de una camisa que el tirano Gabriel García Moreno solía usar debajo del bordaje.
- José Peralta, el lúcido canciller de Eloy Alfaro, que restableció las relaciones diplomáticas con Italia, rotas por la teocracia de García Moreno, les dijo a los curuchupas de su época: “El loyolismo se ha encargado de perpetuar la dominación conservadora, mediante la formación hábil y prodigiosa de sucesivas generaciones de parias, de multitudes abyectas y sin vista, de una sociedad sui géneris, supersticiosa y fanática, adecuada para ser base social y defensa del omnímodo poder sacerdotal. ¿Qué inteligencia modernamente nutrida había de irradiar en esos tenebrosos albergues de murciélago? Tan absurda era la doctrina que recibíamos en los colegios que después -cuando pudimos adquirir conocimientos en las ciencias modernas-, se apoderó de nuestra alma, verdadera indignación contra los maestros traidores que, por obedecer una consigna criminal, malgastaron nuestros mejores años en extraviarnos la mente y atrofiarnos el cerebro con una enseñanza propia de la Edad Media”.
Fuentes: periódicos de Ecuador y Francia; páginas web de padres oblatos, madres del buen pastor, iglesia católica, Wikipedia y obras de José Peralta, Juan Montalvo, Eloy Alfaro, Roberto Andrade, Benjamín Carrión y Alicia Yánez Cossío.