Quito, 10 de feb, (La Calle).- Si algo maravilla en la obra “Cotidianos Haikus” que se presenta hoy en la sala Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana a las 18h00, es el corazón mineral de la obra. El libro parece una gema dormida en las paredes de una mina.
La dulzura del verso en un principio se presenta leve, luego alcanza un brillo que deslumbra.
En medio de la lectura aparece la pregunta: ¿Cómo estas mariposas escritas por Ramiro Caiza se mantienen en vuelo si tienen el alma de cuarzo?, supongo que nadie lo sabe, ni el propio autor. Está bien que sea así, pues este flotador de versos es algo así como un mago que escribe y mientras respira, crea y mientras lo hace, brotan vertientes.
La multiplicdad del autor, que es además ensayista y gestor cultural, contribuye a esta tarea. Ramiro crea la maravilla sin dejar de sentir la tierra entre las uñas. Nadie más amable, sencillo y generoso que él. Hombre libre de fuegos fatuos e imposturas. Y es terco también como debe ser, pues solo un necio podría seguir en esta tarea de la palabra sin perder la sonrisa.
“Voy con paciencia
firme en el caminar
de mis palabras”.
Dice el poeta, que ratifica su vocación de peregrino y mago floral:
“Siempre lo mismo
La voz trémula
Ante la magia”.
Aunque por dentro lata su deseo de torcer el curso de los ríos, como de su sangre:
“Fuerzo al río
Abandonar el cauce
Lucha eterna”.
Agotado del combate, pierde por puntos frente al alba:
“Es el poema
Descanso de mi furia
Cada mañana”.
Y de pronto anticipa su derrota:
“Cercado estoy
Por el oscuro perfil
de la Guadaña”.
Y vuelva a casa limpio de otros:
“Solo tu canto
Golpea la cicatriz
De los candados”.
Haikus cotidianos.