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Grandes desdichados – Segunda Parte: Ernest Hemingway

Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes

Cada libro, para un escritor auténtico, es un nuevo comienzo donde intenta cada vez alcanzar algo que está más allá de su alcance. Siempre intenta lograr algo que nunca ha sido hecho o que otros han intentado y han fracasado. Entonces algunas veces -con gran suerte- tiene éxito.

Este es un fragmento del discurso de aceptación del nobel de Literatura del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Lo ganó en 1954. Un año antes obtuvo el Pulitzer por El viejo y el mar. Hemingway es mucho más que esa magna novela, mucho más que ese fatídico domingo 2 de julio de 1961, en el que, después de la última época dura de su vida, decidió irse de este mundo volándose la cabeza con una escopeta de caza. Un ruido sordo que inundó su silenciosa casa de Ketchum, Idaho y se llevó a uno de los más grandes escritores en lengua inglesa.

“No habíamos visto nada sagrado, y lo que llamaban glorioso no tenía gloria, y los sacrificios recordaban los mataderos de Chicago, con la diferencia de que la carne sólo servía para ser enterrada”

Adiós a las armas (1929)

Ernest Hemingway nació en Oak Park, Illinois el 21 de julio 1899. Su padre – Clarence Edmonds Hemingway – era médico y su madre – Grace Hall – música. Su padre le enseñó a cazar, pescar y acampar en la casa de campo que tenía la familia en Michigan. De 1913 hasta 1917 cursó sus estudios secundarios destacándose en deportes como: boxeo, atletismo, waterpolo y fútbol americano. En su penúltimo año de preparatoria tuvo una clase periodismo y publicó varios artículos en el Trapeze, el periódico de la escuela. Cuando acabó los estudios – y como muchos novelistas – trabajó de reportero para el Kansas City Star.

Participó en la I Guerra Mundial como conductor de ambulancias de la Cruz Roja en Italia. En julio de 1918 estuvo en el frente italiano, el dia 18 fue herido cuando regresaba de la cantina con chocolate y cigarrillos para los hombres del frente. A pesar de las heridas, logró rescatar a un soldado italiano, lo que le valdría después una medalla al valor por parte de ese país.

Pasó seis meses en Milán para recuperarse y allí se enamoró de Agnes von Kurowsky, una enfermera de la Cruz Roja mayor que él. Cuando regresó, en enero de 1919, a Estados Unidos creyó que Agnes se reuniría unos meses después con él. Sin embargo, le escribió para decirle que se comprometió con un oficial italiano. La noticia destrozó a Hemingway y sus biógrafos dicen que desarrolló el patrón de dejar antes a sus esposas para que ellas no lo abandonasen.

En Chicago conoció a quien sería su primera esposa, Hadley Richardson, ambos se mudaron a París donde Ernest trabajó de corresponsal para el Toronto Star. Allí Hemingway trabó amistad con varias importantes figuras literarias: James Joyce, Ezra Pound y compartió con F. Scott Fitzgerald y otros escritores americanos expatriados a quienes se les denominó la generación perdida, personas que había sufrido el terror de una guerra mundial.

En octubre de 1926 publicó su primera novela Fiesta bajo la editorial Scribner. Mostraba a los expatriados y golpeados por la I Guerra Mundial. Hadley advirtió – en 1926 – que su esposo tenía una relación con Pauline Pfeiffer. Para 1927 estaban divorciados y Pfeiffer se convirtió en su segunda esposa.

“Sonrió una vez más. Siempre sonreía como si las corridas de toros constituyeran un secreto especial entre nosotros, un secreto verdaderamente extraño, sorprendente y profundo que compartíamos nosotros dos. Sonreía siempre, como si aquel secreto nuestro tuviera algo de lascivo para los extraños, que nosotros entendíamos perfectamente, pero que no podía explicarse a los demás porque nadie lo entendería”.

Fiesta (1926)

 

En 1928 le llegó un telegrama avisando que su padre se había suicidado. Se disparó con un arma de la Guerra Civil. Una Smith & Wesson calibre 32. Tenía 57 años y tomó la decisión por problemas financieros que lo llevaron a la depresión. Hemingway no tenía buena relación con su madre y empeoró cuando ella le envío el arma del suicida. Adiós a las armas se publicó en septiembre de 1928. Le seguiría Muerte en la tarde (1932).

En 1933, el matrimonio Hemingway visitó Africa, lo que alimentó ese período de escritura del autor. Aparecieron Las verdes colinas de África (1935), Las nieves del Kilimanjaro (1936) y La corta vida feliz de Francis Macomber (1936). En 1937 estaba como corresponsal de NANA cubriendo la Guerra Civil Española. A él se unió Martha Gellhorn, periodista y escritora, de quién, también, se enamoró. En primavera de 1939 empezó un lento proceso de divorcio y fue a vivir a Cuba con Martha, con quien se casó en noviembre de 1940 en Wyoming. En ese mismo año apareció Por quien doblan las campanas, inspirada en la guerra civil de España y su esposa. Rescató notablemente su reputación literaria.

No te engañes acerca del amor que sientas por alguien. Lo que ocurre es que las más de las gentes no tienen la suerte de encontrarlo…Habrá siempre gentes que digan que eso no existe, porque no han podido conseguirlo. Pero yo te digo que existe y que has tenido suerte, aunque mueras mañana.

Por quien doblan las campanas (1940)

De mayo de 1944 a marzo de 1945 Hemingway estaba en Londres y Europa. Cuando llegó a Londres conoció a la corresponsal de la revista Time, Mary Welsh, de quién – por supuesto – se enamoró. Gellhorn tuvo que cruzar el Atlántico en un barco cargado de explosivos porque él se negó a conseguirle un pase de prensa en avión. Lo visitó en un hospital, donde estaba después de un accidente de coche. Le dijo que era un matón y que todo se había acabado. La última vez que la vio fue en marzo de 1945 cuando se disponía a regresar a Cuba. En 1946 se casó con Welsh, su última esposa.

Tuvo varios accidentes, tanto de tráfico como de esquí, además entró en depresión al mirar cómo morían sus amigos literatos. Al otro lado del río y entre los árboles (1950) inspirada en Adriana Ivancich de 19 años, un amor platónico. La novela recibió críticas negativas y, furibundo, Hemingway escribió el borrador de El Viejo y el mar en ocho semanas. Se publicó en 1953 y le valió el Pulitzer de ese año.

El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido,pero no derrotado.

El viejo y el mar (1953)

En 1954 casi murió en dos accidentes aéreos sucesivos en África que lo dejaron gravemente herido. En el primero tuvo una herida en la cabeza y Mary se rompió dos costillas. Cuando iban en otro avión por asistencia médica, éste explotó al momento del despegue. Hemingway sufrió una conmoción cerebral más grave, ya que perdió fluido cerebral.

En octubre recibió el Nobel de Literatura. Sus heridas le impidieron viajar a Estocolmo y envió su discurso para que lo lean en la ceremonia.

Escribir al mejor nivel, conlleva una vida solitaria. Las organizaciones para premiar escritores mitigan la soledad del escritor, pero dudo que mejoren su escritura. Crece en estatura pública a medida que se despoja de su soledad y a menudo su trabajo se deteriora debido a que realiza su trabajo en soledad, y si es un escritor suficientemente bueno, cada día deberá enfrentarse a la eternidad o a su ausencia.

Desde finales de 1955 y hasta principios de 1956 Hemingway estuvo postrado en cama. Le aconsejaron no beber demasiado para no empeorar su higado, pero desoyó los consejos. En 1956 regresa a Europa y visita a Pío Baroja, gravemente enfermo y que moriría semanas después. Mientras estaba en París recordó los baúles que dejó encargados en el Ritz y los recuperó. En 1959 empezó París era una fiesta, una autobiografía de sus años en la ciudad luz. Escribió Al romper el alba, El Jardín del Edén e Islas en el Golfo. Todas se publicaron después de su muerte.

En julio de 1960 decidió abandonar Cuba para siempre. Su finca Vigia y al menos 6.000 libros fueron expropiados por el gobierno de Fidel Castro. Compró una casa en Ketchum, Idaho y entró en un período depresión del que no se volvió a recuperar. En diciembre de ese año entró a la clínica Mayo, donde le pudieron hacer creer que iba a tratarse por hipertensión. A Ernest Hemingway le administraron, 15 veces, terapia de electrochoques. Para enero de 1961, estaba destrozado y en ruinas.

En abril, Mery lo encontró con un arma. Volvieron a administrarle electrochoques. Llegó a su casa el 30 de junio. El 2 de julio de 1961 se disparó con su escopeta favorita. Abrió la bodega del sótano donde guardaba sus armas, subió las escaleras hacia el vestíbulo de la entrada principal de su casa. Empujó dos balas en la escopeta Boss calibre doce, colocó el extremo del cañón en su boca, apretó el gatillo y estalló su cerebro. Se liberó.

“Luego me levantaba y contemplaba fuera los tejados de Paris y pensaba, “No te preocupes. Has escrito algo antes y ahora escribirás de nuevo. Sólo tienes que escribir una frase de verdad. Escribe la frase más cierta que sepas”.

París era una fiesta (1964)

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