Feriado bancario: 24 años del desangre económico en Ecuador

Por: María Isabel Burbano

Quito, 08 mar (La Calle). – “Hemos considerado necesario prolongar por un día el feriado bancario decretado hoy por la Junta Bancaria”. El anuncio que dio el superintendente de Bancos Jorge Egas Peña el 8 de marzo de 1999 cambiaría el rumbo económico, social y político del Ecuador. Es día se transformó en cinco y para el final de la semana había incertidumbre entre los ecuatorianos por la inactividad de los bancos. En el 2000, la gente, el movimiento indígena y los militares destituyeron a Jamil Mahuad, uno de los principales responsables de esta debacle.

El feriado bancario, el posterior congelamiento de activos de los ciudadanos y la dolarización fueron sucesos en cadena que dejaron una herida abierta en un Ecuador que dijo adiós a su moneda nacional, tuvo que ver migrar a su gente y debió hacer frente a una crisis económica que se extendería por un par de años más.

Sin embargo, estos hechos no fueron resultado del destino o el azar. Son fruto de un conjunto de cambios y leyes que dejaron a los bancos sin control estatal para su propios intereses y beneficio. Llegaron incluso a prestarse dinero entre ellos que luego no podían pagar. La Junta monetaria estaba controlada por los mismos banqueros por lo que el sistema bancario no pudo más que estrellarse.

¿Cómo empezó?

El desgarro económico empieza en 1992, durante el gobierno de Sixto Durán Ballén cuando se modificó el estatuto del Banco Central del Ecuador (BCE) mediante la Ley de Régimen Monetario y Banco del Estado, promulgada por el ‘ministerio de la ley’, luego de que el Legislativo la devolviera al Ejecutivo sin discutirla. Con esta ley la acción del BCE debía limitarse a velar por la estabilidad de precios y por la viabilidad de la balanza de pagos. Con estos objetivos podía realizar ‘operaciones de mercado abierto’ en los mercados de cambios y de dinero. También debía actuar como prestamista de última instancia dentro de parámetros estrictos, pero no podía conceder crédito ni al gobierno ni al sector privado. Se anuló la capacidad del BCE de intervenir activamente en la promoción del crecimiento.

La Junta monetaria promovió el cambio de la Ley de Mercado de Valores (vigente desde mayo de 1993). Las bolsas de valores de Quito y Guayaquil fueron transformadas en corporaciones civiles sin fines de lucro, independientes una de otra. Se permitió a cualquier persona adquirir acciones de las empresas por privatizar, se facultó la constitución de casas de valores y administradoras de fondos, y se autorizó a las empresas privadas a contraer créditos en el extranjero.

En 1994 apareció la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero (LGISF) desreguló el mercado financiero, autorizó a los bancos extranjeros a captar recursos mediante depósitos de ahorro, abrió varios canales para que los capitales fluyeran libremente, permitió vinculaciones crediticias a tasas de interés preferenciales para fortalecer a los grupos financieros e introdujo el concepto de patrimonio técnico como indicador de solvencia. También alentó la autorregulación del sistema, con el respaldo de una junta bancaria dirigida por el Superintendente de Bancos, quien debía anular el intervencionismo estatal y promover las fusiones. Una receta neoliberal con graves consecuencias.

Esta liberalización provocó la primera baja importante del sistema bancario: la caída del Banco Continental. Para el inicio del siglo XXI habían desaparecido la mayoría de los bancos del país. Continental, Progreso, Amazonas, Filanbanco, Bancomex, Banco Popular, Banco Unión, Banco de Crédito, Financorp, Azuay, Finagro, Occidente, La Previsora. 18 entidades bancarias cerraron sus puertas, pero no con las manos vacías sino llevando los ahorros de sus clientes que caían en el desconcierto y la desesperanza al ver desaparecidos los ahorros de su vida. Dos millones de personas salieron al exterior por la crisis teniendo por destino: España, EE.UU., Italia, entre otros países. Decenas de jubilados llegaron al suicidio y la mendicidad por las manos rapaces de los banqueros.

Lasso y el feriado bancario

Aunque Guillermo Lasso, presidente del Ecuador, diga que no tuvo participación en el feriado bancario, los hechos muestran algo distinto. En 1993, Lasso asumió como presidente del Banco de Guayaquil y lo nombraron presidente de la Asociación de Bancos Privados. Así que ocupó una vocalía en la Junta Bancaria. Hizo aprobar que el Banco Central entregue un crédito de salvataje al Banco Continental que quebró en 1996.

En 1994 lideró la aprobación de la LGISF que liberalizó el sistema bancario. Durante el feriado bancario era vicepresidente de la Asociación de Bancos y gobernador del Guayas. Después ocupó el cargo de superministro de Economía en el que falló considerablemente y dejó luego de 31 días.

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