Quito, 9 de may (La Calle).- El poeta, novelista, ensayista y ejecutivo discográfico, José Manuel Caballero Bonald falleció la mañana de este domingo 9 de mayo a los 94 años en su casa de Madrid. Así lo confirmó Josefa Ramis, su esposa, a medios internacionales.
Un legado imborrable
El escritor jerezano fue una de las plumas más destacables de la literatura contemporánea española. Fue galardonado con el Premio Cervantes en 2012 y fue uno de los últimos miembros de la Generación poética de los 50. Galardonado con el premio Nacional de las Letras, Nacional de Poesía, Andalucía de las Letras y el Federico García Lorca, entre otros. La crítica profirió honores a su obra, considerada insumisa y desobediente, de “calidad suprema”, reseña rtve.
El escritor nació el 11 de noviembre de 1926. Hijo de un cubano criollo y una francesa asentados en Andalucía. Estudió Naútica y Astronomía, pero finalmente su pasión lo llevó a la Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid.
En 1951 ganó el Premio Adonáis con su primer libro Las adivinaciones. La obra consagró a su generación como el grupo más influyente de la poesía española desde la generación del 27.
En Bogotá, Colombia incursionó como novelista con Dos días de septiembre, que le hizo merecedor del premio Biblioteca Breve en 1961. En cambio, en 1974, ganó el premio de la Crítica con Ágata ojo de gato y en 1992 escribió Campo de Agramante, que también le propició elogios.
Su obra poética está fue compilada en Somos el tiempo que nos queda. Este volumen contiene los títulos Descrédito del héroe, premio de la Crítica en 1977, Laberinto de Fortuna (1984), Diario de Argónida (1997), Manual de infractores (2005), entre otros que escribió en los últimos tramos de su vida.
Caballero gustaba resumir su obra poética en la frase: “En un poema las palabras tienen que tener un significado más rico que el que tienen en el diccionario. A veces pones juntas dos palabras que nunca lo han estado y abren un mundo, rompen un sello. Y lo hacen por el puro atractivo fonético. La poesía es una mezcla de música y matemáticas: tonalidad y rigor”, escribió El País.