Quito, 26 de jul (La Calle).- La violencia contra la mujer o la violencia basada en género (VBG) es un fenómeno estructural en Ecuador. De acuerdo a los datos oficiales, al menos 6 de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia, perpetradas en un 70% por sus parejas o exparejas.
Ante esta situación de alta vulnerabilidad que viven las mujeres refugiadas, migrantes y de las comunidades de acogida, el proyecto Caminando de ONU Mujeres implementa acciones en siete espacios de acogida para mujeres víctimas de VBG en las fronteras norte y sur de Ecuador, y también en la ciudad de Quito.
Uno de los aspectos que desarrolla el proyecto es el fortalecimiento de las capacidades tanto de las usuarias como de los equipos profesionales de las casas de acogida, a través de una formación especializada.
Las mujeres que son usuarias de los espacios de acogida para mujeres víctimas de VBG llegan a estos lugares para salir del ciclo de violencia en el que viven. “Desde el primer día que ingresé con mi hijo a la Casa de la Mujer de Quito, me pareció lo mejor y sentí mucha tranquilidad”, cuenta Gardenia, quien, además, recuerda que en plena pandemia de COVID-19 tuvieron que estar aislados durante una cuarentena de 12 días.
La Casa de la Mujer, un espacio libre de violencia
Yomayra, trabajadora social de la Casa de la Mujer de Quito, afirma que estos espacios “salvan vidas, restituyen los derechos de las mujeres que han sufrido VBG, y direccionan sus caminos ayudando a las mujeres a generar nuevos proyectos de vida”. Asimismo, agrega que el objetivo es que “una vez fuera del espacio, se mantengan con la decisión firme de vivir en un espacio libre de violencia, armónico, junto con sus niños y niñas para cambiar sus vidas”.
Precisamente, durante el camino para transformar las vidas de estas mujeres, la Casa de la Mujer trabaja en tres fases destinadas a brindar apoyo emocional y psicológico, acompañamiento legal y de trabajo social con el fin de proporcionar la ayuda necesaria en trámites como la denuncia al agresor, la boleta de auxilio y atenciones médicas, entre otros. En este sentido, Gardenia reconoce que la atención psicológica que ha recibido “es esencial, cuando una llega derrumbada, sobre todo, para tener la fuerza de denunciar”.
Para Yomayra, su trabajo requiere de cariño, entrega, responsabilidad y compromiso, porque “las mujeres y sus niños merecen este tipo de atención especializada”. Y continúa, “desde un enfoque integral, tomamos decisiones encaminadas a velar por los derechos de las mujeres dentro de un sistema de protección”.
Proporcionar un nuevo rumbo en las vidas de las usuarias de las casas de acogida llega a ser un componente trascendental.
Esta cuestión tiene que ver con la mejora de la autoestima de las mujeres y el desarrollo de sus habilidades a través de la puesta en marcha de emprendimientos, cuyo objetivo es trabajar en un plan de acción que dé seguimiento a las capacidades adquiridas por las mujeres para su autonomía económica. Una vez fuera de los espacios de acogida “motivamos a que generen sus recursos, y que proyectos como Caminando ayudan a las mujeres a estabilizarse económicamente una vez estén fuera de la Casa de la Mujer”, comenta Yomayra.
De hecho, el proyecto Caminando desarrolla procesos de formación tanto con las usuarias como junto al equipo técnico de las casas de acogida participantes en el proceso. La formación gira en torno a temas como el empoderamiento económico, los derechos de las mujeres, rutas y mecanismos de atención, autoestima, autocuidado y emprendimientos, entre otros.
“Mi cambio ha sido muy grande. Con mis compañeras he resurgido, me siento mucho mejor, he aprendido a amarme, a darme cuenta de que no necesitamos depender de un hombre para salir adelante”.
Gardenia
Por su parte, Yomayra reconoce que el aprendizaje con el proyecto Caminando ha sido muy valioso, “fue una base fundamental para conocer nuestras habilidades y capacidades, y descubrir los recursos de las usuarias”. También añade que “nuestras usuarias han logrado emprender su propio negocio, convirtiéndose en una parte esencial para tomar sus decisiones en favor de su autonomía económica”.
Gardenia nunca se había imaginado cocinando, ni mucho menos preparando postres: “Caminando me ha ayudado a tener mi propio emprendimiento. Junto a una compañera hemos puesto a funcionar Cutie Pies”.
Este negocio de postres le ha servido a Gardenia para desarrollar nuevas habilidades y tener la oportunidad de generar sus propios ingresos.
Además, las capacitaciones sobre finanzas “han sido muy interesantes para saber cómo gestionar las cuentas del emprendimiento”, afirma Gardenia. En este sentido, Yomayra considera que el proceso de formación “nos ha fortalecido como equipo gracias a las estrategias y herramientas que nos han brindado desde Caminando, especialmente para dar seguimiento a las mujeres una vez salen de la Casa de la Mujer”. Sobre todo, cree que lo mejor del proceso fue ver cómo “las usuarias no solo ponen en marcha sus emprendimientos, sino que también van sumando a las demás mujeres para ser parte de sus negocios, priorizando el trabajo en equipo”, añade Yomayra.
De esta manera, las casas de acogida se convierten en un espacio de sororidad sin fronteras. Antes de entrar en la Casa de la Mujer de Quito, Gardenia no había conocido ni hablado casi con personas de otros países, mientras que durante su paso por este espacio, “he intercambiado experiencias, aprendiendo de cada una, de cada cultura, enseñándonos continuamente”.
Para Yomayra, esto forma parte del día a día. “Trabajamos con las mujeres para que conozcan sus puntos de vista sin hacer diferencias dentro de un espacio donde todas tienen los mismos derechos”. Justamente uno de los aspectos que ha aprendido Gardenia fue a ser una mujer empática. “Aprendí a ponerme en los zapatos de otras personas, y eso es genial porque no solamente piensas en ti, sino también en el daño que puedas causar al resto, así como en la ayuda que puedes dar a otras personas”.
Hoy Gardenia es una mujer diferente, que ha recuperado la sonrisa y que se prepara para iniciar un nuevo proyecto de vida en pocos días. “Quiero seguir trabajando duro con mi emprendimiento junto a mi compañera, y encontrar un arriendo para vivir con mi hijo”. Y finaliza sin ponerse límites, “tengo muchos sueños y los voy a cumplir. Acabaré el colegio y después me gustaría ir a otro país a aprender otros idiomas y estudiar la carrera de psicología criminalística”.
Como en el caso de Gardenia, Caminando trabaja mediante múltiples enfoques para que sus acciones aporten a las mujeres refugiadas, migrantes y de las comunidades de acogida nuevas oportunidades para disfrutar de una vida libre de violencia.
* Por razones de seguridad, hemos protegido los nombres de las personas que participaron y autorizaron a ONU Mujeres.
Disponible en la web de ONU Mujeres Ecuador: Espacios que salvan las vidas de las mujeres.