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¿Es posible el Libre Ingreso? – Opinión

Sebastian Tamayo
Sebastian Tamayo

Durante el siglo XX se inscribieron en la historia ecuatoriana varias reivindicaciones sociales efecto de la tradición hegemónica ortodoxa que heredaban los gobernantes de turno. Luego de un siglo de la fundación de Ecuador como república, muchas prácticas coloniales continuaban vigentes cuyo efecto derivó en luchas sociales. Así, la educación pública en 1830 nace bajo la declaración laica; sin embargo, continuó con fuertes vínculos conservadores efecto de la tradición colonial, donde la educación era un privilegio de clase y un mecanismo de adoctrinamiento religioso para los indígenas.

Las Universidades Públicas en el Ecuador establecían como requisito de admisión un examen de ingreso que terminó en 1969 afecto de la lucha estudiantil. Entre los hitos fundacionales del libre ingreso en el país, cabe mencionar la matanza del 29 de mayo (1969) en los predios de la Universidad de Guayaquil que acabó con la vida de 30 estudiantes a cargo de las Fuerzas Armadas, durante el gobierno de Velazco Ibarra.

El crimen fue consecuencia de una jornada de movilizaciones en Quito y Guayaquil que, inició el 27 de mayo del mismo año.

La demanda de los jóvenes fue eliminar el examen de ingreso. Estos acontecimientos se dieron en el seno de influencias ideológicas de izquierda, a su vez, motivadas por las inequidades coloniales heredadas en la república. Cabe mencionar que el gobierno de Velasco Ibarra, según varias fuentes, contó con la participación de agentes norteamericanos debido al auge que tomaban las corrientes contra hegemónicas en Latinoamérica. Por tanto, no existió un protagonista durante el proceso pues, como se mencionó, el contexto inscribía en las clases populares la necesidad de reivindicación sin condición partidista.

El libre ingreso que nació como una demanda de los sectores populares, poco tiempo después se convirtió en un botín para los líderes del Movimiento Popular Democrático (MPD), quienes se auto proclamaron los protagonistas del mismo. Este fue uno de los factores que ocasionó la ruptura del reformismo social de izquierda en el Ecuador. A partir de allí, el MPD se enquistó en las instituciones de educación pública del Ecuador. No resulta extraño escuchar las historias de nuestros padres sobre el éxodo que cruzaban para ingresar las universidades públicas en aquella época, desde dormir un par de días en la fila, hasta las palancas y ventas de cupos. Para quienes somos hijos de docentes, las historias sobre el lucro por los nombramientos en el magisterio tampoco son extrañas.

El efecto del libre ingreso, considerando el éxodo ya mencionado, fue la deserción estudiantil en gran medida.

De acuerdo a versiones de exestudiantes de la Universidad Central de la década del setenta, ingresaban más de setenta estudiantes por aula, pero culminaban el curso apenas el 40 porciento. Además de ello, esta desregularización, durante la administración del MPD en las universidades públicas, permitió lo que denomino el “turismo universitario”. Con ello me refiero a la práctica que tenía los afiliados al MPD cuya misión era permanecer como estudiantes toda su vida con el fin de formar a los jóvenes que ingresaban a la educación superior. Así transitaban entre una carrera y otra.

Considerando que la historia jamás es cíclica, bajo ninguna circunstancia se puede apelar a un libre ingreso en el 2021; más aún cuando la experiencia expone que el “libre ingreso” se convirtió en la excusa perfecta de lucro y dominio político para el MPD. Otro de los elementos a considerara es que las universidades públicas pueden albergar al 51% de la demanda de estudiantes; cifras que durante estos cuatro años no aumentaron por falta de inversión pública.

Con ello, no quiero decir que estoy plenamente de acuerdo con la función del Secretaría de Educación Ciencia y Tecnología (SENESCYT) debido a que han existido desaciertos, como en todo proceso. Sin embargo, quienes promocionan el libre ingreso para apelar al voto joven deberían responder ¿cómo evitar la deserción? ¿cómo regular las Instituciones de Educación Suprior (IES) para que no se convierta en un botín político y de lucro? ¿dónde van a albergar al 49% de los estudiantes que las IES no dan abasto?

Resulta imprescindible realizar reformas estructurales, no solo a la SENESCYT; sino en todos los niveles de educación pues las falencias de los colegios públicos, por el abandono institucional. Durante los últimos años, y aún más con la pandemia, se inauguró la brecha entre educación secundaria superior pública y privada; lo que limita las oportunidades de los estudiantes. Definitiva el libre albedrío en la educación no funciona, la historia y la experiencia internacional dan fe de ello.

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