Es hora de la unidad del progresismo en el Ecuador | Editorial

¿Cómo puede el progresismo ir a la cama tranquilo sabiendo que más de un millón de personas descendió de la clase media y cayó al limbo incierto de la pobreza?

¿Cómo pueden los líderes políticos, sindicales, indígenas, callar ante la evidente ola de hambre que viven los ciudadanos? ¿Con qué cara los noticieros se espantan de la delincuencia si ellos mismo han aupado a un modelo que privilegia el enriquecimiento de los más ricos por sobre los elementales derechos de los más pobres?

 A esas preguntas y muchas más que se hace la madre desesperada sin saber qué poner en la olla al día siguiente, la izquierda del Ecuador debe responder con una sola cosa: unidad. 

Antes de que Rafael Correa cuestione lo que él llama “infantilismo” de cierta izquierda; antes de que Leonidas Iza cuestione la presunta “persecución” de parte del gobierno de la Revolución Ciudadana, y que todos los progresismos saquen sus cueros al sol para darse la razón, es necesario pensar en esa madre y sus hijos.

¿No les parece suficiente? ¿Creen que la vida de esas personas es mucho más valiosa que sus diferencias y vanidades particulares? ¿No creen que valga la pena superar cualquier aspecto del pasado ante la evidencia del descalabro del Ecuador?

Quedan ya pocas oportunidades que el progresismo despilfarran con sus trinos, con sus desatinos y ausencia de humildad humana y política. 

Es urgente y necesario que la izquierda de este país se una en torno a las necesidades de la gente. No es posible que toda la riqueza que genera el país siga engordando las arcas de los bancos, siga asegurando su futuro, mientras se dilapida el nuestro. Es hora de sentarse y en un gran acuerdo por el Ecuador, antes de que no quede Ecuador en torno al cual unirse. 

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