Quito, 12 dic (La Calle).- Si la noticia del cruel asesinato de cuatro niños en el Guasmo Sur, Guayaquil despertó, nuevamente, la indignación de los ecuatorianos, el saber que esa familia no era el objetivo de los sicarios tornó las cosas aún más difíciles de asimilar.
«Policía confirma que los sicarios se equivocaron de casa», tituló diario Expreso. Mientras que diario el Universo puso «El ataque era para otra casa: Asesinato de cuatro niños en el Guasmo fue por confusión». Ecuavisa se enfocó en la nula respuesta de los funcionarios «Autoridades en silencio: Gobierno y Municipio no se pronuncian por la matanza en el Guasmo». La noticia, al parecer, llegó a la presidencia de la República que, más tarde, sacó un comunicado diciendo que combatirán a la inseguridad y que no negocian con asesinos y grupos narcoterroristas ¿y de acciones? nada de nada.
En esta historia hay varias aristas. En primera, pareciera que nos acostumbramos a los asesinatos y la violencia. Decir que el sicario asesinó por ‘error’ a una familia, no significa que los demás crímenes sean aceptables. El error es creer que las rencillas de las bandas criminales deben resolverse con más violencia.
Pero este ‘error’ demuestra una cosa más: el estrepitoso fracaso de la Policía y las fuerzas del orden para disminuir los niveles de inseguridad en nuestro país. Quienes deberían velar por nuestra protección, no han tomado las riendas del asunto. Una problemática clara durante el gobierno de Guillermo Lasso, donde a pesar de los generales retirados, no se han logrado los objetivos.
Sigue estando en las manos del gobierno – en este caso de Daniel Noboa – hacer los controles o el despliegue. Incluso desarrollar la inteligencia necesaria para el seguimiento de los grupos delictivos. El gobierno anterior – especialmente – Fausto Cobo – deben dar respuestas sobre las nulas acciones en su período.
Resta ver las acciones de los nuevos ministros de Gobierno, Interior y Defensa. Noboa dejó de lado la estrategia de colocar policías o militares en servicio pasivo. Sin embargo, todavía no hacen de gala de sus habilidad, lo que hace que dudemos si tienen lo necesario para ocupar tan altos mandos.
Lo que sí sabemos es que el mandatario y su gabinete tienen el tiempo en contra para poner en orden a las fuerzas de control y en cada minuto que se desperdicia, las vidas de otros ciudadanos – inocentes o no – se siguen apagando.