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En Ecuador también será Ley – Opinión

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Macarena Orozco
Macarena Orozco

Cuando se pone a debate la legalización del aborto, surgen varios criterios, argumentos y opiniones. Muchos se inclinan por el entrar en el debate ontológico sobre el inicio de la vida; otros recurren a criterios religiosos; también apelan a la moral y las buenas costumbres pero al final el debate se centra en un problema de salud pública. El aborto existe y ha existido a lo largo de la historia y su legalización no va a incrementar el número de procedimientos que se realizan; sino que va a disminuir las muertes de mujeres a causa de procedimientos clandestinos.

Hablar del aborto resulta complejo en nuestro contexto, pues no solo se considera un delito; sino que además no hay un registro de muertes de mujeres por abortos, una segmentación que nos muestre un rango de edad, una cifra o una estadística que le permita a la población comprender que existe un problema de salud pública que debe solucionarse urgentemente.

El problema

En Ecuador, entre 2016 y 2019 se reportaron 14mil casos de violación y se estima de que de estos 700 fueron niñas menores de 10 años. En un país donde el presupuesto estatal para la erradicación de la violencia con la mujer se reduce, cada día 7 niñas menores de 14 años quedan embarazadas; de estas, al menos 6 han sido abusadas sexualmente por alguien de su entorno familiar.

Si una mujer aborta en Ecuador es penalizada, si sufre un aborto espontáneo; pero alguien intuye que pudo haber sido provocado es trasladada automáticamente a un centro de detención para las averiguaciones. Durante el traslado se niega la atención médica, es decir que mientras la mujer se retuerce del dolor es interrogada por la policía. En el país existen varios casos de mujeres que fueron penalizadas por abortar; muchas de ellas lo hicieron por falta de recursos económicos en hogares con cargas familiares numerosas, otras fueron víctimas de violación. Los casos que se reportan sobre mujeres que tienen un aborto en curso llegan a través de  denuncias de los médicos. En Ecuador, existe algo llamado objeción de conciencia; esto quiere decir que frente a una emergencia obstétrica, el médico puede negar su atención si así lo desea.

A todos los problemas mencionados anteriormente, se suma la falta de presupuesto estatal para educación sexual y un plan integral que apunte a la reducción del embarazo adolescente; a la gratuidad de métodos anticonceptivos e información para llevar una vida sexual saludable, responsable, placentera y libre de violencia. En el mes de septiembre de este año, el gobierno vetó el COS, un código de salud que buscaba, entre muchas otras cosas, educación sexual integral para adolescentes. El veto de COS implica un retroceso en materia de salud y de prevención del embarazo adolescente en el Ecuador; además demuestra que aunque vivimos en un país laico, la religión y la moral forman parte de las decisiones políticas.

¿Solo en caso de violación?

Existe una idea un poco obsoleta que señala que el aborto debe permitirse solo en caso de violación porque en otros escenarios hay que salvar las dos vidas.  En este caso se construye un doble criterio en torno al debate de la vida. ¿Una se defiende y otra se desecha? ¿Por qué? ¿Es un ser humano menos digno cuando es producto de una violación? ¿Es menos moral nacer a causa de eso? ¿La vida humana se defiende solo en algunos casos?

Lo que sucede aquí es que el argumento gira en torno a que la mujer no consintió esa relación sexual, como no la consintió entonces no se juzga su vida o actividad sexual. Pero cuando el aborto se exige en cualquier caso, surge el juicio sobre la vida sexual de las mujeres. No interesa un control sobre el aborto como tal, lo que interesa es un control sobre las mujeres, su cuerpo y su sexualidad.

El debate ontológico

Como ya lo explicó el biólogo Alberto Kornblith, un embrión no es un ser humano. Se apela a la idea de vida humana como si se tratase de concepto biológico cuando se trata de una abstracción que resulta de convenciones sociales, jurídicas y religiosas.

¿Pero el embrión es producto de la unión de un ovulo con un espermatozoide?

Esta unión es necesaria, pero no suficiente para hacer un ser humano, por lo tanto se requiere de un proceso de gestación. Un ser humano está compuesto por el ADN materno y paterno. Es decir que si el embrión fuera un ser humano, el cuerpo de la madre lo rechazaría por la presencia de un 50% de ADN que es ajeno. Esto sucede porque el cuerpo en gestación ve al embrión como un órgano. De lo contrario descartar ciertos embriones en los procesos de fertilización in vitro sería homicidio. Es decir, la biología no define el concepto vida humana sino vida.  El concepto de vida humana escapa al rigor del conocimiento científico.

Para algunos la vida humana puede iniciar en la concepción pero la ciencia tiene una explicación lógica y probada.

El derecho a elegir

Existen varias opiniones sobre el derecho de las mujeres a elegir un aborto, algunas de estas juzgan la sexualidad de las mujeres con argumentos como “para qué abren las piernas” “por qué no se cuidan” “andan de putas para querer abortar con nuestra plata” y otras un poco más drásticas “A las que aborten que les saquen el útero”. En primer lugar, no se debería legislar con opiniones, ya que si bien somos libres de expresar nuestra opinión, esta no es necesariamente válida, no puede traducirse en un argumento científico y comprobado.  

Nadie, absolutamente nadie, le impone a los otros tener el mismo criterio de las feministas frente al aborto.  Quien opine que el aborto está mal y quien se niegue a abortar, está en toda libertad de hacerlo. Lo que si se impone y se nos imponen a las mujeres es ser madres. La maternidad no es algo instintivo, no es una responsabilidad de las mujeres, no es algo que debamos hacer como si fuésemos maquinas que paren hijos, la maternidad es un deseo.

A las mujeres se nos obliga a ser madres, sino quieres el hijo lo das en adopción y ya está. Así lo planteó la diputada argentina Estela Regidor “¿Qué pasa cuando nuestras perritas quedan embarazadas? No la llevamos al veterinario a que aborte, salimos a buscar a quien regalarle los perritos […]”. Se plantea a la adopción como la panacea cuando en Ecuador el proceso de adopción puede durar años. Cuando la madre no desea o no puede cuidar al menor, primero se intenta convencerla de lo contrario, después se busca dar en adopción al menor dentro de la misma familia y al final el menor puede ser adoptado por otros. El proceso es difícil, desgastante y ata a niñas y mujeres a vivir maternidades forzadas.

Al revisar los comentarios en contra del aborto resulta interesante encontrar que si bien hay muchas mujeres en contra, quienes más se oponen son los varones. El debate sobre el aborto nos concierne a todxs para reflexionarlo y apoyarlo, pero el sujeto social y político ahí es la mujer o los cuerpos en capacidad de gestación. El debate de los varones está en el desarrollo de paternidades responsables y afectivas, en una sexualidad responsable, en la realización de procedimientos como la vasectomía que son menos invasivos y mucho más efectivos y en la importancia de las relaciones sexuales con consentimiento.

Cuando las maternidades son impuestas generan dolor, disminuyen la posibilidad de las mujeres a acceder a educación y trabajo digno. Las maternidades  no deseadas precarizan la vida de miles de niñas, adolescentes y mujeres en el país y el mundo. Una ley que permita al cuerpo gestante elegir abortar, no le obliga a otros a hacerlo.

Hoy en Argentina las mujeres pueden decidir y forman parte de una lucha en la prima la justicia social. Como mujer y como feminista este triunfo me da esperanza. En Ecuador será ley, quizás en un año o quizás pasaran muchos más, pero no nos cansaremos hasta que se garantice nuestro derecho a decidir.

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