Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes
La escena de la mantequilla es la más controversial de esta película, pero también lo que más atrae de ella. En un sitio entre el morbo y el pudor se encuentra Último tango en París (1972). Nació de una fantasía del director italiano Bernardo Bertolucci y se ha convertido en la película escándalo por excelencia. Costó alrededor de USD 1 millón y recaudó USD 36. Sin embargo, el filme es más que la famosa escena de la mantequilla. Crea una narrativa sobre las relaciones, el cariño y la identidad tomando el sexo como punto de partida.
La película parte de las fantasías sexuales del director que había soñado que tenía sexo con una mujer desconocida. Mientras se desarrolla la trama, vemos que Jeanne (María Schneider) poco a poco tiene curiosidad por saber quién es el hombre con quién comparte furtivamente el lecho en un apartamento vacío en París, al tiempo que participa en la película que su novio Thomas (Jean-Pierre Léaud) está rodando en las calles de la ciudad. No pasa tanto tiempo para que ella se sienta usada por ambos hombres y a pesar de eso desarrolla un vínculo afectivo por ellos.
La escena de la mantequilla es ciertamente perturbadora y que Schneider no haya sabido que era lo que iba a pasar en ese momento vuelve las cosas aún más turbias. Si bien esa ignorancia hace que la violación (¿simulada?) sea más cruenta y vívida, no quita el hecho de que la carrera posterior de la actriz se viera arruinada y ella haya quedado traumada por ello. Bertolucci minimizó el sentir de la actriz y ella nunca se lo perdonó. El director dijo sentirse culpable, pero que no se arrepentía de haberlo hecho. Brando le dijo a Schneider después de la escena. «María, tranquila, solo es una película».
No obstante, las actuaciones son magníficas. Schneider muestra su talento interpretativo, especialmente en las escenas donde dialoga con el desconocido. De Marlon Brando, poco se puede agregar que no se haya dicho ya. A pesar de que en sus últimas películas pedía que se escribieran los diálogos en carteles, ya que se rehusaba a aprender sus líneas, es un gran intérprete. Nos muestra al hombre vacío tras la muerte de su esposa y que busca llenarse con la presencia de la joven amante, de la que, al principio se muestra recio de saber algo. No es hasta el final de la película que muestra sus sentimientos aunque las cosas no salen como planea.
Amor/sexo, dolor/placer. Hay una línea delgada que los separa y por la que el ser humano se escabulle para buscarle un sentido a lo que siente. El film nos muestra una burbuja. Ellos los que están afuera y nosotros los que experimentamos dentro hasta que se revienta y debamos volver a la realidad. Una que a veces no nos gusta ni nos favorece.