Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes
Caminar por las calles adoquinadas del Centro Histórico de Quito es como viajar en el tiempo. Sus edificios históricos, sus dulces típicos, la espumilla, el lustrabotas, el ponchero, las iglesias, el Sagrario, la Compañía, el Palacio de Carondelet. Voy con paso firme hacia la calle Rocafuerte. La García Moreno, que es peatonal, alberga un río de gente bajo un sol canicular. Es verano en Quito y me dirijo al Museo de la Ciudad. Ese rincón histórico que guarda la historia de nuestra capital y de lo que hoy conocemos como Ecuador.
Carolina Navas y Natasha Sandoval me reciben amablemente y tomamos asiento en una de las bancas del patio central del museo, que antes albergó al hospital San Juan de Dios a cargo de la comunidad bethlemita. Los religiosos cuidaban a los enfermos desde los tiempos de la colonia y en el Museo de la Ciudad hay un espacio que los recuerda. Una sala que reproduce el cuadro de José Cortés y Alcocer de la visita del presidente de la Real Audiencia de Quito, José García de León y Pizarro. En ese hospital también aprendió y realizó sus prácticas médicas, Eugenio de Santa Cruz y Espejo, quien fue también abogado, periodista y precursor de las ideas de independencia.
Cuestionar el relato histórico
Natasha, quien es investigadora dentro de la institución, me explica que la historia es un terreno en disputa, por lo que «el papel del museo es no atribuirse la construcción de un relato único sobre el pasado de la ciudad sino abrir espacios para la convergencia de contrapuntos». Eso implica poder mirar y aprender una diversidad de relatos sobre un mismo hecho histórico que nos permita entender las contradicciones del presente.
La posibilidad de entender el presente mirando hacia atrás también atraviesa el espacio. El Museo de la ciudad se ubica en un área de intensa actividad. Todo el tiempo, por sus calles aledañas, pasan y habitan ciudadanos urbanos y rurales. Propios y extraños. «Existen unas búsquedas para dar sentido al patrimonio o cuestionar lo que nos han dicho que es el patrimonio, lo que necesita ser preservado», apunta.
Un museo para los pequeños
Si bien el museo es un espacio para todo público, en el verano, los grupos vacacionales infantiles y juveniles son los que más visitan. Allí entra en juego el trabajo de los guías. «Lo que se adapta a los visitantes es el discurso del equipo de mediadores educativos para acercarse a los niños. Les preguntamos cuál es su interés y lo ajustamos a nuestro discurso», dice Carolina, quien es responsable de museología educativa.
Los niños son visitantes asiduos del museo y tienen diferentes características. «Los niños que vienen de escuelas del Centro Histórico, por ejemplo, de octavo de básica no son iguales a los que vienen de otras escuelas en el mismo grado. Nuestro equipo educativo tiene la sensibilidad para acercarse a los distintos públicos», agrega.
Carolina es enfática al decir que un museo no es un aula de clases. No se espera que te aprendas las cosas de memoria si no que más bien conozcas de una forma gráfica, oral y visual los diferentes momentos de la historia del Ecuador.
Para que la visita sea más amena y de acuerdo a los intereses de la persona, el Museo de la Ciudad ha elaborado una guía educativa, que se puede encontrar en la página web del museo, aquí.
Re-pensar el 10 de Agosto
«Un desafío importante es cuestionar el concepto de identidad como un todo homogéneo. Más bien pensar en las múltiples identidades que en los hitos de la historia, que convocan ciertos sentimientos patrióticos, a veces tienden a silenciar la multiplicidad de voces», indica Natasha.
Ahora – me explica – se quiere buscar la participación de varios actores en los procesos de ruptura histórica. «Las independencias y revoluciones son momentos de resquebrajamiento de modelos tradicionales de construcción social […] Si hablamos del Primer Grito de Independencia, quizá el lugar común es pensar que hubo unos próceres, caudillos que movilizados por el ánimo patriótico quisieron independizarse de la monarquía española. Nosotros queremos re enfocar ese discurso para pensar en la complejidad de asimilar ideas en torno a los conceptos de ciudadanía, libertad, independencia por los múltiples sectores que habitaron aquí», agrega.
El 10 de Agosto fue un proceso que se gestó desde mucho antes, por diversos personajes. En mayo de 1765 ocurrió la Rebelión de los estancos, ante el aumento de impuesto a los víveres. Los quiteños estaban molestos con los chapetones (españoles nacidos en la península que vivían en América) y con el rey. Esa indignación se propagó por todo el territorio de la Real Audiencia de Quito, que realizó levantamiento y rebeliones.
Además, la historia indica que no a todos los que vivían en San Francisco de Quito les hizo gracia que un grupo de criollos (los nacidos en América, de padres españoles) se levante contra el rey. El paisaje histórico que retrata el 10 de agosto de 1809 es mucho más que el grupo de rebeldes, de cuyos nombres da cuenta el relato oficial.
Visitando el museo
El museo se divide en salas por períodos de tiempo. Primero están los territorios de los que llamamos ahora Ecuador habitados hace 10.000 años. Allí aparecen las sociedad precolombinas que vivieron en esos territorios antes de la conquista inca. Desarrollaron formas de relación social, económica y política que les permitió mantenerse. Los incas se mantuvieron medio siglo en tierras ecuatorianas hasta que llegaron los colonizadores españoles.
Las siguientes salas muestran los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX. De forma muy interactiva nos muestran la vida en la colonia, cuando todavía nos llamábamos Real Audiencia de Quito. El Museo de la Ciudad tiene una cronología de los desastres naturales que azotaron nuestra ciudad durante la colonia, desastres que pusieron en aprietos a los primeras construcciones sólidas en el centro. Quito, en sus inicios, estaba lleno de quebradas que se rellenaron para poder construir las viviendas, plazas, iglesias y demás.
Fotografías, reproducciones de personajes, cuadros y sucesos importantes es lo que veremos mientras avanzamos en el tiempo. El museo nos enseña quien fue el primer alcalde de Quito elegido por elección popular. En qué momento aparecieron los primeros autobuses y el alcantarillado en la ciudad. También cuándo se terminó el servicio del tranvía y pasó a ser solo un recuerdo. Es un lugar donde la historia vive y nos habla a cada paso.
Actividades en el museo
Para el 10 de agosto, la entrada al Museo de la ciudad será completamente gratuita y existirán «activaciones a lo largo de las salas. Esperamos que venga mucha gente. Usualmente se reciben (el 10 de agosto) más de 5.000 personas en un solo día. Las activaciones son pequeñas conversaciones en las diferentes salas para hablar de los sucesos históricos de nuestro país», me cuenta Carolina.
¿Qué más pueden hacer en el Museo de la ciudad? Una nueva temporada de la obra de teatro “Los Secretos del San Juan de Dios” durante el viernes 11, sábado 12, viernes 18 y sábado 19 de agosto de 2023, a las 19:00. La entrada cuesta USD 15 y pueden acceder en el siguiente enlace. La visita teatralizada revive a varios personajes de la ciudad.
También ofrecen el recorrido especial “Del Museo a la calle” durante el sábado 12 y 19 de agosto de 2023, a las 09:30. En esta muestra recorrerán los oficios tradicionales en la calle Rocafuerte. Más información del costo de entradas, aquí.
La Organización Arte Mujeres Ecuador – Colectiva “La Emancipada” y el Museo de la Ciudad invitan también al recorrido gratuito «Aún cuando todo está nublado», para conectarse con la naturaleza y aprender sobre la importancia de conservar las reservas ambientales del país, un ejemplo es el Choco Andino. Más información, aquí.