Quito, 23 ene (La Calle). – La más reciente cadena informativa del presidente Guillermo Lasso elimina de un tajo cualquier sombra de duda sobre la ineptitud de quienes están al frente del país y ha desnudado por completo dónde están los reales intereses de este Gobierno.
Convocada para las 16:00, el presidente -tambaleante y con dos hojas en la mano- se apareció una hora después, a lado de la alcaldesa Cinthya Viteri, el gobernador del Guayas -el Avenger, Pablo Arosemena-, la silente ministra de Gobierno, Alexandra Vela, y otros que ni fu, ni fa.
La ola de muertes viralizadas en redes sociales, los asaltos a mano armada, la delincuencia fruto del desempleo tomándose el país, requería de un pronunciamiento firme, claro, contundente. Obvio, eso no pasó. Después de una serie de diatribas en las que insistió que el país está muy bien, que lo que pasa en materia de seguridad es culpa de Correa, de Colombia, de Perú y de Venezuela, dijo que cambiaba a la impresentable comandante de Policía, Tannya Varela.
Nada nuevo bajo el puente. Sin embargo, y a tono con su idea de llamar a una consulta popular para meterle mano a la justicia, Lasso dice que va a pedir que se cree la figura de terrorismo para los que cometan asesinatos en las cárceles. ¿Esa es su brillante idea para acabar con la crisis carcelaria? ¿Qué va a hacer con los “terroristas”, los va a meter de nuevo en una cárcel en la que ya están? Es absurdo, lo sabemos, pero eso es lo que dijo.
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En cambio, de los asesinatos por asalto, de los robos a mano armada, del sicariato que cobra la vida de tantos inocentes en el Ecuador y que los ciudadanos tenemos que ver a razón de siete diarias -siete muertos cada día, solo en los 24 días que tiene este año-, de todo eso, nada dijo.
Cambiar a Varela es un acierto; dejar a Arosemena, un error de magnitudes siderales; mantener a Alexandra Vela, una tragedia para el país; seguir en el cargo con la escasa inteligencia, con ese grupo de gerentes y CEO que creen que manejar lo público es como manejar las empresas que heredaron, es una afrenta que no podemos tolerar mucho más tiempo.
El banquero vela por los banqueros no por los ecuatorianos: veta una ley para que los bancos nos sigan cobrando lo que les plazca y cuando les plazca. Su presencia en el gobierno es insostenible. En un editorial del pasado se lo recomendamos, hoy se lo recordamos y lo haremos hasta que suceda: este cargo le quedó grande, vaya a gerenciar su banco y los dineros que esconde en paraísos fiscales, váyase, presidente.