Quito, 22 jun (La Calle).– Cada día, treinta personas víctimas de asesinatos. Cada hora, más de una vida arrebatada. Así fue mayo de 2025, el mes más violento desde que Ecuador lleva registros públicos de homicidios. Y sí, esto ya no es una alerta: es una emergencia nacional.
Fueron 915 muertes violentas en apenas 31 días. Superamos incluso a octubre de 2023, que ya había sido catastrófico con 831 asesinatos. Si nada cambia, este 2025 terminará con más de 9.500 crímenes, lo que dejaría una tasa de 52,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Una cifra de guerra civil. Una cifra de país colapsado.
El Día de la Madre más sangriento
Domingo, 11 de mayo. En un país que celebra a las madres, 49 personas fueron asesinadas. Fue el peor día del mes. ¿El motivo? En un 85% de los casos, microtráfico y amenazas entre bandas criminales. Porque el crimen organizado ya no actúa desde las sombras: ahora reina a plena luz del día.
¿Dónde se mata más?
El 90% de las muertes violentas de este año ocurrieron en solo 70 cantones. Es decir, la violencia no está dispersa: está localizada, identificada, mapeada. Pero el Estado no actúa con la misma precisión.
Entre enero y mayo de 2025, esos 70 cantones pasaron de 1.976 asesinatos en 2024 a 3.578 este año. Un crecimiento del 81%. Y mientras tanto, en solo 44 cantones se ha logrado reducir la violencia.
¿Y el Gobierno?
Las autoridades se llenan la boca de declaraciones, decretos y comunicados. Pero en los barrios, en las calles, en las cárceles y hasta en los hospitales, sigue ganando el crimen. Cada día se abre una nueva fosa. Cada día una nueva familia entierra a alguien.
No hay plan. No hay justicia. Y no hay respuestas.
El presidente Noboa está de gira. Los ministros de seguridad cambian de discurso cada mes. Mientras tanto, los sicarios ya no se esconden: operan con horarios, listas, logística. Como una empresa más.
¿Qué podemos hacer?
La violencia no se resuelve solo con más policías o más armas. Se necesita educación, oportunidades y justicia real. Se necesita un Estado que proteja, no que mire hacia otro lado.
Este mes de mayo no puede ser otro número. Debe ser una señal roja. Una alarma encendida. Un llamado urgente a reconstruir un país que se nos está muriendo a tiros.