Quito, 1 sep (La Calle).- Corría 1975 y concluía agosto cuando un ala de insubordinados de las Fuerzas Armadas aupados por los partidos políticos de oposición se levanta contra el dictador Guillermo Rodríguez Lara. El conocido 32 de agosto ocurrió un día como hoy hace 45 años.
Desde el inicio del gobierno de Rodríguez Lara, el militar Raúl Gonzalez Alvear se opuso a su régimen. Para ello tranzó alianzas con militares ecuatorianos y con ellos buscaba esparcir las ideas de deponer al dictador.
Según medios de comunicación colombianos, ese año González Alvear planea el golpe en el país vecino. Si bien él estaba a la cabeza, no era el único en conformar el golpe. Para dar efecto a la insurgencia, ocho partidos políticos crean una Junta Cívica Nacional. El grupo, según medios de comunicación extranjeros (El Tiempo 1975), estaba conformado por socialdemócratas, socialcristianos y velasquistas.
El apoyo militar
Pero el 31 de agosto, un derrumbe impide que la Brigada de Selva Pastaza saliera desde Shell, lo que provocó que retrasen un día su llegada. Un comunicado emitido el mismo día, González Alvear prometía que las ideas eran militares sin influencia externa pero también admitieron que la Junta Cívica Nacional tomó contacto con ellos para brindarles su apoyo. En la noche visitó la Zona Militar para ganar adherentes y al conocer que allí estaba el ministro de Defensa, Marco Almeida Játiva y el general Ángel Polibio Vega, ordena su detención. Rodríguez Lara, por su parte, había viajado hacia Riobamba a la Brigada Blindada para ganar su apoyo. Así estalló el 32 de agosto.
A las 23:30 llegaron tanques al Arco de la Reina en el Centro de Quito y allí permanecieron hasta el siguiente día. A las 2:30 ingresan los tanques y junto a francotiradores lanzan una granada a la residencia presidencial, la Brigada Pichincha había rodeado el Palacio, pero debían esperar hasta la mañana para que se unieran a ellos el Batallón Vencedores y el Grupo de Artillería Mariscal Sucre.
La Junta Cívica, en tanto, esperó hasta el 1 de septiembre para escribir otro comunicado desde la Funeraria Quito, en la que mostraban su oposición al gobierno. A las 10:14 se unen a ellos varios civiles para atacar el Palacio Presidencial con un francotirador ubicado en la torre de la Iglesia de la Merced y otros más en azoteas. Para las 10:30 tropas antigobiernistas ingresaron por el parqueadero de la calle García Moreno, pero no pudieron capturar al presidente porque no lo hallaron.
El apoyo a Rodríguez Lara
Desde el Palacio de Carondelet, hubo la facción gobiernista de los militares que, encabezados por el general de brigada Rubén Darío Ayala, pronunciaron su apoyo al presidente Rodríguez Lara. A ellos se unió la Fuerza Aérea Ecuatoriana y la Armada Nacional. El general Luis Leoro Franco y el comandante general de Marina, Alfredo Poveda Burbano, también respaldaron a “Bombita”. Ellos ofrecieron el envío de dos aviones y 200 infantes de marina para combatir el golpe.
Como saldo, el enfrentamiento, dejó 22 muertos incluyendo a un coronel de las Fuerzas Armadas y el sargento Jorge Alejandro Hinojosa Romero y 150 heridos. El golpe se habría consumido si no fuese porque Rodríguez Lara mantuvo el apoyo del Batallón Vencedores. Este hizo frente a los militares del lado de González Alvear. Aunque sufrió bajas que en su mayoría eran estudiantes, tuvo el apoyo de la Brigada Galápagos de Riobamba. Desde allí, Rodríguez Lara leyó una proclama para recuperar el Palacio.
Al dar a notar que ni la Armada del Ecuador ni las Fuerzas Aéreas Ecuatorianas apoyarían el golpe, González Alvear depuso el intento y a las 17:00, Rodríguez Lara pudo ingresar nuevamente al Palacio Presidencial. Pero a las 14:20 de ese día, el alto mando militar dispone la aprehensión de los golpistas. Ellos, junto a González Alvear pidieron asilo a distintas embajadas. Por su parte, los partidos que apoyaron el golpe mantuvieron silencio después del hecho.
Una vez concluido el golpe de Estado del 1 de septiembre de 1975, Rodríguez Lara emitió un decreto en el cual ordenaba que nadie hable sobre los hechos suscitados. Así, bajo cierta ironía, muchos lo llamaron el 32 de agosto –porque después del 31 de agosto, no existía más el 1 de septiembre–.
La dictadura en Latinoamérica
La época estaba marcada por la existencia de dictaduras en Latinoamérica. Las Fuerzas Armadas constituían un partido político conformado por los militares, la fuerza aérea y otro por la marina. Eso fue lo que sucedió en las Fuerzas Armadas ecuatorianas. El ejército ecuatoriano se dividió en tres grupos: aquellos que apoyaban al dictador bajo una postura reformista, los que mantenían oposición al gobierno y apoyaban a Raúl González Alvear bajo ideales tradicionalistas y los que se ubicaban en el centro de la disputa y veían al golpe del 32 de agosto como una transición.
Las razones del golpe
Las ansias de poder político no fue la excusa para el golpe del 32 de agosto. Más bien, cabe destacar que en el gobierno de Rodríguez Lara se dio una campaña imperialista que buscaba, a todas luces, mantener el control del petróleo.
El Ecuador era uno de los países que dio marcha atrás en concesiones y ello no era bien visto por los países de primer mundo. La respuesta de Ecuador sería la de inaugurar una empresa en Bucarest, Rumania, para la comercialización de petróleo. Sin embargo, nuevamente EE.UU. acudiría a las presiones para que dicha empresa no se constituyera.
Las presiones tuvieron eco en algunos organismos ecuatorianos representantes de las grandes élites económicas. La Cámara de Comercio de Quito, para el 10 de septiembre de 1975, sugiere el rediseño de la política petrolera dando a notar los intereses de clase que existían en el país. A ellos se sumó el Comité Político de la Junta Cívica Nacional. A ambos, el gobierno respondería que no retrocederá en sus acciones, dando lugar a las confrontaciones entre los poderes empresariales y el estatal.
La reforma agraria y la geopolítica
Pero el país tampoco contaba con la completa simpatía de EE.UU. Su línea sobre relaciones internacionales también marcó un detonante. El Ecuador se había opuesto a varios planteamientos del país norteamericano como la incorporación de las 200 millas de soberanía de los países en el mar y el reingreso de Cuba en la Organización de Estados Americanos, iniciativa que no propuso el Ecuador pero que votó a favor.
La Reforma Agraria también crea un roce con los grandes poderes económicos, sobre todo con los terratenientes. El movimiento indígena, en su gran mayoría impulsado por mujeres, jugó un papel transcendental en la incorporación de la Reforma en la normativa ecuatoriana. Ello significaba la entrega de la tierra al trabajador, seguridad social, desarrollo agropecuario y la elevación del nivel de vida de los campesinos.
La mayor parte de normativas ayudaron a que el sector empresarial aumente su acumulación. Sin embargo, el país debía acudir a créditos para saldar el déficit fiscal que pone a Rodríguez Lara a elegir entre disminuir el gasto público o cambiar la política petrolera en el país. Su elección: que los más beneficiados sacrifiquen sus recursos. Por ello, a los importadores restringió el ingreso de productos reformando el arancel por importaciones, mientras alentó las exportaciones.
La clase media y la obrera fueron manipuladas por la clase burguesa y juntos actuaron en torno a oponerse al gobierno. Tal es el caso de los maestros que aseguraron que la política afectaba a los de menor ingreso. (SGA).