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Ecuador, en el desangre | Editorial

Quito, 24 jul (La Calle).- El país está en estado grave de emergencia. Para muestra un botón con el asesinato del alcalde de Manta, Agustín Intriago. Agustín se suma, lastimosamente, a los 16 asesinatos de políticos en el país desde 2022.

Al presidente de Ecuador lo único que se le ocurre es escribir sus condolencias en un tuit. Condolencias que no serían necesarias, si él y su ministro del Interior hicieran su trabajo en vez de mirar hacia otro lado.

La inseguridad ha escalado rápidamente en Ecuador, no nos engañemos, desde que Lenín Moreno llegó al poder. Ni él ni Guillermo Lasso pudieron o quisieron frenar la ola de delincuencia, crisis carcelaria e ingreso de grupos del narcotráfico y las mafias en el país. Su desidia llevó a que nuestras ciudades se conviertan en verdaderas bombas de relojería, donde los robos, la violencia, el sicariato y la muerte campean sin control ¿Cuáles han sido los alegatos del presidente? Si no es el silencio, es una carpeta en donde tendría el plan maestro para mejorar la seguridad. Más promesas que terminan siendo humo.

La Policía deja mucho que desear, siempre llegando tarde, cuando el delito ya se ha cometido y lo que resta es abrir un expediente que guardará polvo en los archivos de los gendarmes. En la mayoría de casos, las investigaciones no inician o se estancan. Y si la Policía está haciendo su trabajo, le faltan herramientas para ello. Sin chalecos, sin pistolas con las unidades comunitarias semidestruidas y las patrullas solamente pintadas para disimular el deterioro.

El abandono

La lista de quejas es infinita. A la inseguridad latente no solo afecta a la cotidianidad de los ciudadanos, que los representantes políticos sean un blanco vulnerable para el asesinato y que las bandas delincuenciales los amenacen de muerte es el resultado de la falta del Gobierno en la seguridad.

No es suficiente ponerse una gorra o escribir en Twitter que lo siente mucho, presidente. No cuando las condolencias no le devolverán a su padre a ese pequeño bebé de seis meses. La sangre chorrea en las calles de nuestras ciudades y Ecuador está en el abandono.

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