Ecuador: de encuentros y desencuentros – OPINIÓN

Ecuador ha conocido pocos momentos de Gobernanza planificada y enfocada en solucionar de manera estructural los problemas en los que nos hemos desenvuelto. A la penosa situación territorial, se ha perdido más del 70% de la superficie de la Presidencia de Quito colonial a manos de los vecinos colombianos, sobre todo; brasileños y los voraces peruanos, se le une una casi permanente inestabilidad política y crisis económica, pocas veces enfrentadas por los gobiernos de turno.

Esta acuciante realidad, de no contar con administradores eficaces, es rota por algunas excepciones. Cronológicamente podemos encontrar que Vicente Rocafuerte, entre 1835 y 1840, intentó dar solidez a un estado aún debatiéndose en la problemática de la separación colombiana, las amenazas peruano colombianas, crisis económica y nula capacidad de acción de la sociedad. Rocafuerte era un individuo excepcional, gran político, logró incluso el reconocimiento de México ante el Reino Unido. Suya es la frase de que necesitábamos 100 entierros de primera para solucionar la problemática.

Una vuelta por la historia ecuatoriana

García Moreno y Eloy Alfaro comparten visiones, ideas, acciones, más no ideología, el primero conservador, el segundo Liberal. Sin embargo, ese dúo unió al país, quiso educarlo, siendo los primeros que lo vieron como una unidad, y no regiones enfrentadas. En el siglo XX, Alberto Enríquez Gallo, entre 1937 y 1938 promulgó Ley de Comunas, Código del Trabajo y Caja del Seguro, mucho para tan poco tiempo. Galo Plaza, entre 1948 y 1952, tuvo una idea de progreso, acciones de modernización, un demócrata. El Gral. Guillermo Rodríguez Lara, el gran reformador: Plan de Desarrollo, II Ley de Reforma Agraria, el Nacionalismo Revolucionario, carreteras, la siembra del petróleo. Todos estos actores con obvios errores y limitaciones demostraron que era posible gobernar.

En el siglo XXI, luego del caos y el cierre con la hecatombe neoliberal de la DP del siglo XX, la propuesta fresca de la Revolución Ciudadana: dignidad, infraestructura, educación, trabajo, el Buen Vivir, un Estado y una sociedad empoderadas y fuertes. Rafael Correa condensó todos los sueños pasmados en 1975, con la caída de Bombita Rodríguez Lara.

A estos protagonistas se opone una cohorte de mediocres comparsas, que eran encabezadas por Arroyo del Río y la tragedia de 1941 y los gobernantes de la década de 1990 (Bucaram, Alarcón, Mahuad) a todos esos los supera el binomio Moreno-Lasso, síntesis del desprecio por el ser humano, su dignidad y enemigos del Estado. En resumen, Ecuador ha encontrado pocos estadistas que trasciendan su período, que establezcan políticas de largo aliento y que miren a los ecuatorianos como sus mandantes.

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