Quito, 11 ago (La Calle).- El proceso de compra de chalecos antibalas para la Policía Nacional nuevamente está en pausa. La empresa US Armor, que ganó el concurso de contratación, no presentó las garantías necesarias para continuar el contrato.
El Ministerio del Interior declarará fallido el procedimiento y notificar al Servicio Nacional de Contratación Pública (Sercop) para que inicien con los trámites correspondientes. Además, con el fin de velar los “intereses institucionales y nacionales” realizarán otro proceso con Point Blank Enterprises, la segunda en el concurso.
El gobierno del presidente Guillermo Lasso ofreció desde el 2021 mejor equipo y nuevas herramientas para que los uniformados puedan proteger a los ciudadanos. Sin embargo, dos años más tarde, el jefe de Estado a puertas de salir del poder, una crisis de seguridad y los índices de muertes violentas por las nubes, el régimen no ha podido concretar su promesa.
De hecho, el comandante de la Policía Fausto Salinas, indicó -hace poco- que los agentes deben compartir un arma porque no cuentan con el equipo suficiente.
Además, el ministro del Interior, Juan Zapata, denunció un supuesto soborno de USD 2 millones por la compra de chalecos. Según él, no lo denunció antes porque no “había gravado la conversación”.
La empresa de confecciones Inducon, en Colombia, emitió un informe al presidente de la República, Guillermo Lasso, y a demás autoridades sobre presuntas irregularidades en el proceso de compra de chalecos antibalas para la Policía Nacional. Sin embargo, el Gobierno hizo caso omiso a su requerimiento y el Ministerio del Interior continuó con el proceso.
La burla de los equipos a la Policía
Los primeros meses del 2023, el jefe de Estado habría entregado algunas patrullas “repotenciadas” para que los agentes brinden un servicio de calidad. Sin embargo, ciudadanos y efectivos de la institución denunciaron que esos vehículos continúan con fallas.
Los compatriotas aseguraron que las patrullas solo fueron pintadas para brindar otra imagen, pero las fallas se mantenían. Incluso unos uniformados se quedaron varados cuando atendían un caso de sicariato por las fallas mecánicas de los autos.
