Quito, 10 Mar (La Calle).- Policía Nacional ha desplegado a sus unidades para encontrar a los cuatro sicarios que atentaron contra la vida de Mishel Mayorga, directora del Centro de Privación de Libertad Guayas No. 2 (femenino). El intento de asesinato se suscitó en la vía a Daule hacia Guayaquil.
Según información oficial, los criminales portaban dos fusiles con los que ejecutaron alrededor de 30 disparos a la camioneta de la funcionaria. La mujer iba escoltada por dos policías que acabaron heridos. Uno de ellos se encuentra en estado gravedad, confirmó Juan Zapata, ministro del Interior.
El reporte de la policía indica que luego de la balacera, los afectados fueron trasladados al hospital Monte Sinaí. El primero (quien dispersó a los sicarios) recibió una disparo en el brazo, mientras que su compañero fue impactado por una bala en la cabeza.
Edwin Noguera, comandante de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), reveló que Mayorga ha recibido amenazas durante su primer mes en el cargo. Llamadas o cartas, a la funcionaria son los principales mecanismo de intimidación, empleados para que la directora «cambie su forma de proceder» contras las internas.
El Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de Libertad (SNAI) reveló que los directores de las cinco cárceles (que funcionan en vía Daule) tendrán una reunión para analizar lo ocurrido y establecer nuevos protocolos de seguridad.
Un cargo marcado por la violencia
Mayorga, no acudió a su trabajo este viernes. Según trascendió, se encuentra en un lugar seguro. Todavía no se ha confirmado la continuidad de la funcionaria.
Hace un año, ocurrió un caso similar. Lorena Calderón, quien estaba al frente de dicho reclusorio, sufrió un atentado en la misma zona, a inicios enero de 2022. Tras lo ocurrido renunció.
Y hace cinco años, Gavis Moreno, la entonces directora, fue asesinada cuando conducía por la vía Perimetral.
¿Cuál es el origen de las amenazas hacia la directora?
Actualmente, esta carcél cuanta con una población de 500 internas. Testimonios varios sostienen que algunas de ellas mantienen vinculos particulares (esposas o parejas) con jefes de organizaciones delictivas.
En ciertos casos, estas reclusas hacen peticiones que suelen ser negadas por los funcionarios de turno. Posteriormente, llegan las represalias.
JR