Nos encontramos en el último mes del 2020, un año lleno de casos fortuitos y fuerza mayor. Con ello me refiero al tenor literal que definen tales conceptos pues, si bien la pandemia fue un evento mundial, inesperado; las consecuencias en materia laboral y sanitaria se excusaron en lo mismo: caso fortuito y fuerza mayor. Quizá lo más fortuito del 2020 fue el gobierno ecuatoriano y en este mes, ese argumento resonará en lo laboral.
Este es el primer fin de semana de diciembre. A diferencia de años anteriores, las calles no visten sus galas navideñas, el concepto mercantilista característico de la época no despega. Seguramente, más que llenos de felicidad, las y los ecuatorianos estamos sumidos en una inmensa incertidumbre económica.
En ocasiones anteriores, la víspera de las festividades de diciembre llenaban los centros comerciales y eran el ápice de cualquier conversación entre amigos y familiares. Ahora, lo que preocupa son las desvinculaciones laborales de este mes en el sector público y privado efecto de la ley humanitaria y los acuerdos ministeriales.
En diciembre 2020, quienes aún conversan su empleo se encuentran en plena incertidumbre, para quienes lo perdieron meses atrás, el desasosiego debe ser inimaginable. A diferencia de diciembre de 1999, las protestas no serán fuera de los bancos sino, fuera de las empresas y organismos del Estado. Hace 21 años reclamando su dinero; ahora, reclamando su empleo.