Diatriba de un papá a su hijo, que, a duras penas, dicta (Opinión)

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Hugo Palacios
Hugo Palacios

Querido Juan Fernando. ¡Cómo me avergüenzas! A los hijos les encanta sentirse orgullosos de sus padres; de la misma manera, los padres siempre queremos que los herederos sean mejores que aquellos que los criaron. Pero cada noticia que me llega de vos es como para negarte setenta veces siete.

Aunque viví muy poquito, siempre soñé en que el niño Juan Fernando sea un orgullo para la familia. Hasta hace algunos años no lo hacías del todo mal. Aunque tus composiciones no eran de mi agrado, de todas maneras, hacías un gran esfuerzo, tus canciones sonaban; modernizar el pasillo fue un hecho importante. Sin embargo…

¡Qué carajos te pasó! ¿Cómo pudiste ser parte de este gobierno miserable con mayúsculas? Y bueno, que pretendas aportar con algo a la cultura del país, vale y pasa, pero tu triste papel como ministro me avergüenza.

Es tan triste que defiendas a un gobierno que hunde a los trabajadores. Penoso es que quieras dirigir algo de lo que no eres capaz. Es doloroso que te estén usando como un estupidito a tiempo completo.

¿Y para qué? Para que seas candidato a la Presidencia. Pero ni de ministro das una, hijo. Y que seas el hazmerreír de los rupturas no tiene nombre. Claro, ellos nunca pierden, pero a ti, con tu popularidad light, te exprimirán hasta dejarte en soletas.

¡Yo dicto, tú ejecutas!

Y ahora sales con eso de: yo dicto, tú ejecutas. ¿Pero qué te crees? ¿Se te metió un coronel en la camisa? ¿Te salpicó el alma de jefe supremo? La cultura no es un cuartel, bobazo.

No te confundas, mijito. Me parece que tanto conversar con esa María Paula, y compartir gabinete con el ministrillo de Defensa, te están nublando la razón, la poca que te queda. ¿Qué? ¿Vas a crear un comando conjunto de las culturas urbanas? ¿Inteligencia patrimonial? ¿Cuartel de la creatividad, quier, dos, tres? ¡Cómo se puede ser tan desubicado!

¡Yo dicto, tú ejecutas! Como tema de tu siguiente canción puede ser. Pero que un ministro de cultura salga con tamaña babosada, es como para pedirle a la ministra del ramo-romo que te ubiquen como compositor del himno nacional de la policía del Ecuador.

Por favor. No me nombres. Olvídate de mi apellido. Hazte llamar, no sé, Juan Fernando Boltaire, Juanfer Romito, lo que sea, pero no humilles mi legado. Ahora que eres parte de los canallas que se roban la ilusión, hazte llamar solo el ministro, sin nombre, sin inteligencia, sin nada más que te delate.

Hazme ese favor, hijo. Y te lo ordeno, porque en este preciso momento, sí es indispensable que yo dicte y que tú, ejecutes.

Con cariño, el Conejo.

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