Nelly, mi esposa de 54 años recién cumplidos, sobreviviente de cáncer, madre de crianza y profesora, acudió anteayer al H-CAM y solo le inyectaron la una medicina, la que cada tres meses deben ponerle en suero; pero la otra medicina, que debe tomar para que no avance el cáncer, no le dieron, citando, como casi siempre, que “No hay”. Es un medicamento caro. Cuesta $146 en el sector privado.
Hago este pedido público de solidaridad: ayúdenme con esta medicina. Y denuncio el hecho, porque no es justo, en lo absoluto, este trato. No le pedimos caridad al gobierno. Es nuestro dinero, que mes a mes aportamos Nelly y todos los afiliados al Seguro Social.
El medicamento que no hay y Nelly lo requiere, se llama Examestano de 25 mg. Es la medicina de hormonoterapia que ella requiere urgente. Y cuesta $146 como hemos averigüado en varias casas farmacéuticas.
En pandemia, la desarrollada Unión Europea tuvo un millón de tumores más, no tratados, debido a la concentración de todo su sistema de salud en el tema urgente del Covid-19.
En el mundo la OMS alertó que quienes “pagarían los platos rotos” en la pandemia serían los pacientes con cánceres y otras enfermedades catastróficas.
En Ecuador, la crisis estructural del sistema de salud pública (de medicinas oncológicas y para otras enfermedades catastróficas) y del seguro social continúa, mientras nos robaron impunes pillos de corbata y guayabera hasta con sobreprecios en mascarillas y fundas para cadáveres; crisis que la dejó seguir Moreno ex-profeso, negándose su gobierno de forma criminal a que se adquieran medicamentos de cáncer para el Área Oncológica y otras igualmente delicadas. La crisis la dejan seguir hoy indolentes alabadores del sector privado, ¿para poder privatizar la pública y del IESS, acaso?
Si tuviéramos defensoría del pueblo (así, sin mayúsculas) que valga la pena y cumpla su deber legal de proteger y defender el derecho a la vida y la salud de mi esposa, otra sería la historia. Pero no les dio la gana ni a los anteriores ni les da la gana a los actuales, de defenderla como era su obligación durante el 2020 y 2021, cuando acudimos ante los kikuyos tecnócratas de los derechos para que finalmente no hagan nada.
Si tuviéramos un gobierno no solo dedicado con proyectos de leyes de ‘oportunidades” patronales y medidas y guiños a servir y proteger a las élites (ergo: las gentes con mucha plata, influencia y poder) esta carta no sería necesaria.
Si tuviéramos un real “Estado de derechos y justicia”, todo esto no pasaría.
Disculpen la indignación señores millonarios pero… si yo tuviera dineros ‘offshore’ y una cuenta más que sea, en fiduciarias en Dakota del Sur (el nuevo paraíso fiscal de los millonarios del mundo, como cita la prensa del planeta), ó para empezar: si yo tuviera empleo, desempleado tres años como sigo, ¡esta medicina no nos faltaría nunca!
Nelly desde tempranito está en teletrabajo y rengueando de dolor.
La vida no termina, porque la esperanza nunca cesa.
Escribo en mi condición de defensor de derechos, marido de paciente oncológica, padre de 2 hijas, cuidador de la más pequeña que tiene Parálisis Cerebral de por vida (como lo sabe y le constó a Guillermo Lasso en el año 2013) y como jefe de hogar con discapacidad física y en el desempleo (como lo saben los empresarios del Cannabis medicinal por el que luchamos tanto Nelly y yo para su despenalización).
‘Nada humano me es ajeno’
Alexis Ponce
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