El debate presidencial y falta de formación política de los candidatos.
Séneca, el más grande filósofo del Imperio Romano, decía: “Por sus acciones los conoceréis”. Pues las acciones y pasiones que acabamos de ver en los últimos debates, nos demuestran la casi total falta de formación política de la mayoría de los actuales candidatos a la Primera Magistratura del país.
Lo más doloroso y asombroso es que, además, presuman de esa falta de educación en el arte de la política, como que el no saber nada sobre ideología, filosofía, historia y gobernanza los convirtiese en mejores “Candidatos”; y en las opciones ideales para salir del atolladero, generado por precisamente un Gobernante, que es seguramente, el de peor gestión gubernamental en la Historia republicana ecuatoriana.
Los candidatos apolíticos
De mi parte, si veo que un candidato se define como “Apolítico” no tendrá mi atención, peor mi voto. ¿Cómo alguien que pretende ser Presidente de un país puede decir que no es político? ¿De qué manera, entonces, va a identificar, analizar, procesar y responder a las gravísimas tensiones económicas, políticas, sociales que arrasan al país? Es cierto que muchos políticos, a nivel mundial, han desprestigiado el ejercicio de los cargos o la política en sí misma; esto es una consecuencia del abandono de su ejercicio, por parte de la ciudadanía.
La peor respuesta que un ciudadano puede darle a su familia, a sus amigos, a su Patria, es “No me interesa la Política”. Con esa actitud hemos entregado en bandeja de plata las decisiones que nos afectan a todos, a grupos de poder, a los que el bienestar colectivo es lo que menos les interesa.
Un debate menos que vergonzoso.
Volviendo al debate, existe una variopinta colección de personajes que van desde un expresidente del ídolo Barcelona, pasando por un plagiador wikipediero, a un exizquierdista, devenido en negociador político; hasta un agroexportador, un excoronel, un pastor evangélico, un delfín de un expresidente; un denunciólogo, un banquero dispuesto a ganar de cualquier manera y un dirigente campesino, renacido con poncho y ayaguasca. Es decir, opciones para todos los gustos, colores, sabores y aderezos… Lamentablemente muchos de ellos, no saben, ni les interesa, formarse políticamente. Sus respuestas responden a un marketing calculado, con regla, sin condumio; que responde sólo a la espectacularidad y al coachismo extremo que hoy nos domina.
Las perlas del debate
Unas cuantas perlas del debate: el candidato evangélico dice que el va emprender una nueva vía denominada “Pragmatismo ético por la Vida” que menciona que trasciende a la izquierda y a la derecha. Eso se inventó hace mucho y se llama “Centro Político”.
Otro el de la ID, pregona que “son gente nueva”, cuando vemos en su lista a la eterna candidata Andrade, que deslindó a otro candidato prometedor, que no permitió que le impongan a familia y amigos de la gran empresa electorera naranja, como candidatos.
La corrupción no es solo robar, es eternizarse en las candidaturas o en los puestos políticos. Digámoselo al eterno Giovanni Atarihuana, candidato a todo en el ex MPD, hoy Unidad Popular, que apoya junto a Pachakutik a uno de los candidatos con reales opciones de acceder a la Segunda Vuelta: Carlos Pérez Guartambel, rebautizado Yaku, por su lucha hacia la protección del ambiente.
El candidato que no alcanza la fuerza de su mentor
Y mencionemos a los dos más opcionados: Andrés Arauz, de la alianza Centro Democrático, Lista 1, con Fuerza Compromiso Social, Lista 5. El candidato elegido por Correa carece de la fuerza arrolladora de su mentor, arrastra mucha de la carga negativa de los errores de la década de AP; pero también condensa el dolor y anhelos de gran parte de los sectores populares y clase media depauperizada hasta el polvo por el irrelevante Morenismo. Su elección como candidato, sin duda, obedeció a un refrescamiento de las huestes de Rafael Correa; pero también responde a una élite academicista fiel creyente que un doctorado trasforma automáticamente a su poseedor en un Iron Man que, dotado del traje del cartón universitario, puede sacar de cualquier parte de su cuerpo respuestas a todo y para todos.
Craso error, sin formación política y comunicacional, esa potencia de Correa se diluye. Todo endoso, tiene un tope, y si no se lo fortalece con recursos propios, puede derivar en ingratas sorpresas. Es muy probable que gane, pero la vía es ser un candidato que no parezca simplemente un holograma mandado desde Europa. Parece que el camino se ha emprendido hacia ello, y va difícilmente andado, por alguien a quien muchos de los cuadros del Progresismo, no ven con la fortaleza necesaria para derrotar a la enorme maquinaria que en su contra se ha levantado.
El eterno candidato quizá en su última oportunidad
El otro opcionado, Lasso, no encaja en nada. Es un personaje digno de Harry Potter. Lo ha hecho todo por ganar, de cualquier manera. Ha mencionado que está de acuerdo con Romo y Moreno; que Martínez, el ex ministro de Finanzas, hizo lo correcto, a pesar de su terriblemente mercantilista y FMIsta gestión. Luego se aleja, dice que no tiene nada que ver con Lenín Boltaire y los suyos. Solo hay que revisar la Historia pasada y presente, para saber cuáles con sus pretensiones y formas, tanto humanas como políticas. Ha sido, y es, el candidato de una Derecha que no logra posicionar nuevos cuadros.
Para resumir el problema final de la política nacional, es que nos han hecho cansar de ella, para hacer lo que les da la gana.
Vamos a empoderarnos de nuevo de su ejercicio, exijamos reales Organizaciones Políticas, democráticas tanto dentro, como hacia afuera. No podemos seguir en un país en que Estado, se confunde con Gobierno y Partido Político. Ahí hay un candidato, un ex militar, que nos dejó como herencia algunos maravillosos datos macroeconómicos, pero también nos dejó el nepotismo, que luego se ha convertido en política de Estado.
Si no, veamos que una exministra de Gobierno, tuvo a su novio, hoy esposo, como Ministro; a su cuñado como Presidente del IESS y a muchos de sus familiares en puestos de poder creando con ello lazos de sangre, al estilo del feudalismo medieval.