Por Sebastián Tamayo Villarroel / @tamayo95se
Luego de un éxodo de 4 años llenos de acuerdos tras bastidores o de gobernabilidad amparados con la premisa de un diálogo nacional, al fin llegó el día: hoy conoceremos el futuro de nuestro país; hoy tendremos la oportunidad de jubilar a la partidocracia enquistada desde finales del siglo pasado hasta nuestros días en los espacios de poder.
Este proceso electoral continuó con la estrategia maniquea que polarizó al Ecuador estos años, donde la premisa fundamental fue construir un enemigo público a quien culpar por la inoperancia del gobierno. En constancia, la campaña de una decena de candidatos, en contubernio con la prensa tradicional, reafirmaron el discurso de poder, el discurso de la excusa que forjó Lenín Moreno. Por eso, esta campaña nos pareció eterna.
Algunos hablan del país del encuentro y aquello retrotrae a mi mente el famoso diálogo de Moreno que desembocó en recortes a la masa salarial, ausencia de inversión pública y lo que ya todos conocemos. A ello, se suma el manejo de la pandemia, la fuga de ministros de salud, las vacunas VIP, los abusos de poder durante Octubre plebeyo. Al fin esto se acaba y puede sonar retorico, pero en este momento la esperanza cobra sentido.
Hoy, a las 7 pm, el anhelo del pleno empleo y la educación pública como motores del desarrollo e innovación serán un hecho. Cuando las elecciones terminen el Ecuador se reconciliará.
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