Por: Macarena Orozco / @macaorozco3
I
Desde que inició la pandemia nos familiarizamos con términos como despido intempestivo, compra de renuncias o renuncias forzadas. La crisis afectó en su mayoría a la clase trabajadora y, en especial, a todos quienes fueron separados de sus instituciones por la falta de recursos económicos. Sin embargo, la realidad que dejamos de lado, está en la circunstancias en las que estos despidos y renuncias se llevan a cabo.
Tan solo hasta el mes de octubre en Ecuador se registraron 289 mil ecuatorianos que perdieron su trabajo. Al desempleo se suman las quejas de los trabajadores, el incumplimiento del pago de liquidaciones por parte de empleadores, además del trato antiético y poco profesional por parte de algunos empleadores.
En mayo del 2020 un trabajador de una florícola recibió 22 centavos de liquidación. Según un reportaje realizado por el diario “El Universo”, existen casos de ciudadanos que tras trabajar entre 10, 15 y 25 años, están recibiendo liquidaciones de $800 dólares.
Por otro lado, quienes han sufrido un despido intempestivo deben esperar más de lo que ordena la ley para el pago de sus liquidaciones. El plazo que otorga el Ministerio de Trabajo para el pago de las liquidaciones es de 30 días desde que se emite el acta. Se estima que del 100% de los casos solo al 20% se les ha cancelado el valor de las actas de finiquito.
Existen otro tipo de casos en los que los trabajadores se ven forzados a colocar sus renuncias debido al hostigamiento por parte de los empleadores. La pandemia ha mostrado que los trabajadores estamos inermes, que no solo no se nos garantiza el derecho al trabajo sino que además las políticas estatales protegen siempre o casi siempre a la empresa.
II
Cuando llega la notificación del despido intempestivo, debido al contexto de la pandemia, se realiza el trámite de manera virtual, con firma electrónica y con acuerdos que se establecen, en algunos casos, por llamada telefónica. A menudo tanto las llamadas como los emails no son claros y entorpecen el proceso.
No es nada ajeno que alguien nos llame pidiendo que firmemos un finiquito con premura y que después de adjuntar dicho documento se cierren todas las vías de comunicación y el pago se posponga.
Antes de firmar un documento, es necesario consultar con un abogado para verificar que los montos sean justos. Además, no se debe firmar ningún documento o recibo sin antes haber cobrado la totalidad del valor.
III
Como la mayoría de los ecuatorianos que perdieron su trabajo, yo adjunté mi acta de finiquito al correo electrónico del área contable pues vía telefónica me indicaron que mientras más rápido responda al finiquito más rápido llegaría mi liquidación.
Una vez entregado el documento, las autoridades de la empresa se negaban a responder las llamadas y los correos electrónico, se negaban a adjuntar los recibidos de la entrega de equipos e incluso se negaron a otorgar un certificado de trabajo.
El certificado de trabajo es un documento en el que debe constar información básica como el cargo que se ejerció y el tiempo que se laboró en una institución. Es algo a lo que cualquier trabajador tiene derecho. Este documento resulta importante a la hora de colocar una denuncia en el Ministerio de Trabajo.
En más de una ocasión me dijeron que no me iban a pagar, que no tenían dinero, que no merecía tal monto por liquidación, que no llamara de nuevo y que si colocaba una denuncia esta no tendría validez debido a que adjunté el finiquito firmado. Sin embargo, estas suelen ser meras estrategias de amedrentamiento pues cualquier trabajador, sin importar que la firma del finiquito, tiene derecho a colocar una denuncia en el Ministerio de Trabajo, exigir el pago digno y pertinente del fruto de su trabajo y, por supuesto, exigir la debida multa para el empleador en caso de que este se negara a cancelar la deuda.
IV
Resulta necesario mencionar que si bien la pandemia nos alejó del espacio físico de la burocracia, es tremendamente necesario continuar con esta dinámica a la hora de un despido o la firma de la renuncia. Es decir, de cada uno de los movimientos es necesario tener un registro, un correo electrónico que especifique instrucciones y acuerdos de ambas partes. Dejar por escrito aquello que se diga mediante llamada telefónica para evitar estafas o un malentendido.
Cuando llegue la hora de colocar una denuncia se debe especificar cada detalle, adjuntar correos electrónicos, copias de documentos, chats escritos entre otros. Además, en caso de haber acoso laboral, tácticas de intimidación, maltrato verbal o psicológico, humillación o discriminación, se debe agregar esta información a la denuncia formal redactada por el abogado.
La denuncia tiene algunos otros beneficios como el reconocimiento del pago de horas extras y feriados en los que se haya laborado con normalidad. Si bien el pago, incluso con una denuncia en el Ministerio de Trabajo, se demora, es mejor esperar de 3 a 4 meses que apegarse a la buena o mala voluntad del empleador.
V
La crisis sanitaria nos puso de frente con una realidad violenta para todxs lxs trabajadorxs. La explotación laboral se incrementó y el teletrabajo se convirtió en la excusa perfecta para aumentar la jornada laboral y reducir el salario. Tras la reducción salarial, algunos nos quedamos con sueldos que apenas y podían cubrir el gasto de luz e internet de los equipos que teníamos en casa. El gobierno nunca propuso un subsidio para este gasto extra, sino que colocó la Ley Humanitaria complicando aún más la situación.
Al final, la crisis la pagamos los trabajadores mientras los ricos se van de vacaciones a Miami o se confinan en sus casas de Tumbaco. Tan solo pensemos en los trabajadores del Hotel Marriot y en todas las semanas que llevan de pie a las afueras del hotel exigiendo el pago de sus liquidaciones. Esta imagen duele y debe dolernos porque así podemos comprender la magnitud del problema laboral en el país. La violencia y sobre todo la violencia laboral es nuestra cotidianidad.